Caverna de limos

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¿Cómo lidiar con ellos? Probablemente podría pasar corriendo, pero no estaba seguro cuál era la salida. Tampoco las flechas parecían una gran opción, pues no sólo resultaba difícil acertar entre estalactitas, sino que el daño que podía hacer era limitado. Sólo el fuego que debía imbuir en cada flecha seria efectivo, y necesitaría muchas flechas por cada limo, lo que suponía un gasto muy alto de maná.

Sus armas más efectivas eran Muro de Fuego y Resina, pero debía conseguir que bajaran y se agruparan, y para eso necesitaba un cebo. Quizás usarse a sí mismo, vigilándolos y usando Reacción Gatuna varias veces podría conseguirlo, pero era arriesgado, además de que gastaría mucha energía. Al fin y al cabo, era una de las pocas habilidades que necesitaba un porcentaje de su energía en lugar de un valor fijo, por lo que podía usarlo el mismo número de veces independiente de cual fuera su nivel. De no ser así sería excesiva, estaría over.

Ojeando en su inventario por si había algo que pudiera utilizar que hubiera pasado por alto, su atención se fijó en el excedente de restos de hormigas. No sabía si funcionaría, pero valía la pena probar. Al fin y al cabo, no sabía que hacer con aquello.

Lanzó varios trozos de carne de hormiga y esperó, observando la reacción de los limos. En un primer instante no apreció nada, pero, poco a poco, los que estaban sobre los trozos de carne se empezaron a desprender, mientras otros se iban acercando, muy despacio, a la zona. Y, casi a la vez, decenas de aquellas masas de gelatina cayeron sobre la carne y alrededores, como lo debían de haber hecho sobre los desafortunados aventureros, que seguramente fueron tomados por sorpresa.

La carne se iba disolviendo rápidamente por la acción conjunta de varios de aquellos monstruos, que seguían cayendo y uniéndose al festín. Y entonces, Eldi empezó a lanzar muros de fuego sobre ellos. En total creó diez, agotando más de la mitad de su reserva de maná, y siempre moviéndose y vigilando con cuidado el techo.

Dos o tres cayeron cerca de él, y los enfrentó desde el túnel, mientras sus compañeros ardían, incapaces la mayoría de escaparse de la trampa con suficiente rapidez. En total se deshizo de más de cuarenta de ellos, tras lo cual esperó a que su maná se recuperara, mientras acababa con algún limo despistado que se había acercado a él o que había escapado malherido.

Gracias a aquella escabechina, había subido hasta nivel 20 y avanzado en éste. Había desbloqueado los hechizos Muro de Hielo y Muro Eléctrico, con afinidad 5 y 7 respectivamente. Y, contrariamente a lo que pudiera parecer, ninguno de los dos muros es sólido, haciendo daño de su elemento y con el efecto de ralentizar el primero, y de aturdir el segundo. Su daño es menor al de fuego, pero sus efectos compensan esa carencia.

Y a nivel 20 había desbloqueado el hechizo Disipar, que permite anular efectos como ralentizar o cegar, siempre y cuando su nivel no sea excesivamente alto comparado con el propio. Su afinidad era 7.

También había desbloqueado una habilidad pasiva de fuerza, con lo que incrementaba su ataque, y otra de defensa. Y Despedazar, con afinidad 6. Corta con el hacha lo que haya enfrente, hasta a cinco metros de distancia, haciendo a cada enemigo el daño que haría un golpe normal del arma, y es muy difícil de esquivar.

Repitió la operación varias veces, hasta conseguir un camino bastante despejado hasta los restos de los aventureros. No todos los limos de la zona se habían soltado, por lo que tenía que ir con cuidado, pero eso no le impidió arrodillarse ante los huesos de seres que caminaban a dos patas, aunque no todos ellos parecían ser exactamente humanos.

El suelo de piedra era difícil de romper, pero consiguió improvisar unas tumba acumulando piedras sobre los huesos y grabando los nombres que constaban en sus placas de aventureros, placas que se llevó con él para entregarlas en el gremio. Al menos sus parientes y amigos no tendrían que vivir en la incertidumbre para siempre.

Recogió sus pertenencias y las guardó, ellos ya no las necesitaban. De hecho, el hacha nivel 23, el arco 21 y la lanza 25 le serían bastante útiles, además de flechas, un anillo de fuerza y algunas protecciones.

Y aunque no era especialmente religioso, rezó algunas oraciones para los dioses que recordaba de aquel mundo. Era lo mínimo que podía hacer por ellos, además de vengar su muerte, por mucho que aquellos monstruos fueran a reaparecer.

Recordó también algunas de las palabras del Oráculo: «La magia que fluye por la tierra puede ser atrapada en ciertos lugares y crear grandes acumulaciones de maná, creando mazmorras en algunas ocasiones. Y a pesar de que se pueda absorber parte con las piedras de maná al acabar con las manifestaciones físicas, la que se haya perdido se volverá a acumular. En las partes más profundas la concentración suele ser mayor, y más poderosas dichas manifestaciones, mientras que en las zonas de paso, la corriente de maná crea acumulaciones un poco más concentradas que se convierten en lo que llamáis jefes de planta»

Pero el jefe de planta era algo que parecía aún lejos de afrontar. Primero quería aprovechar aquella zona y acabar con cuantos limos pudiera, tanto para subir de nivel como para vengar a los aventureros. Así que repitió varias veces la operación, usando la carne de hormiga para atraer a los monstruos que colgaban del techo y los muros de fuego para incinerarlos. Fueron algo más de doscientos los que ardieron, dejando sólo a los que eran reacios a abandonar el techo. Y logró alcanzar el nivel 23.

Con ello, desbloqueó el pasivo de resistencia mágica y Espejo Mágico, que devuelve la mitad del daño que se fuera a recibir con un hechizo si se tiene a nivel 10, algo menos en su afinidad actual, 5. Y Poder del Topo, con el que se puede excavar un agujero en la tierra de hasta un metro por nivel de afinidad, y que lo tenía en 4.

En cuanto a habilidades, tenía ahora la pasiva de agilidad y Espejo Físico, similar al mágico pero que refleja el daño físico, y que tenía al 7. También Rugido del León, que puede asustar a enemigos cercanos, a unos 50 metros en nivel 10, sólo 35 al nivel de afinidad 4 que lo tenía. La posibilidad de tener efecto depende de la diferencia de nivel y de la naturaleza de los enemigos. Por ejemplo, no afecta a gólems y es muy efectivo contra la mayoría de herbívoros.

Después de repasar las habilidades se adentró por uno de los túneles, sin miedo a perderse. Al fin y al cabo, podía ver el mapa de lo que había recorrido de aquella planta.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora