Bendición

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Cuando su enemigo natural los atacó, no tuvo más remedio que enviar a su cría a un lugar seguro y enfrentarse a él.

Lo normal hubiera sido una batalla de resistencia, de días o semanas, donde ella se hubiera defendido y esquivado mientras el cazador intentaba atraparla. Si conseguía escapar, el cansancio haría que las defensas de su enemigo bajarán y fuera vulnerable a su magia, dándole la oportunidad de contraatacar.

Pero tenía una sensación de urgencia. Sentía que su cachorro estaba en peligro, algo que no podía ignorar. Y por lo tanto se arriesgó, como aquella elfa le había enseñado tiempo atrás. Sabía que su enemigo no lo esperaba, pues no tenía sentido intentar algo así. Y, precisamente por ello, tenía sentido.

Había estado esquivándolo un buen rato, buscando el momento propicio. Activó de nuevo su poder para teletransportarse cuando saltó sobre ella. Pero esta vez, en lugar de usarlo para huir, lo usó para encontrar una posición más ventajosa. Concentró su poder en su cuerno y, sobrellevando el dolor de las garras rasgando su piel y los colmillos sobre puntos no vitales de su cuerpo, lo clavó en el estómago de su enemigo, descargando su poder sobre la carne que no tenía la innata protección mágica de la piel.

No murió de inmediato, pero sus poderosos cascos fueron suficientes para rematarlo. Y con su enemigo muerto a sus pies y sus propias heridas por curar, se teletransportó donde estaba la huella mágica de su cría.


Apenas necesitó un instante para lograr un visión de los alrededores. Los ciempiés muertos o a cierta distancia. Su cría junto a ella, herida y con su poder agotado. La pantera que reculaba. Un hombre subido a un árbol, que parecía totalmente fuera de lugar.

Confirmó con su cachorro telepáticamente mientras lo sanaba, y su furia se dirigió hacia quienes lo habían atacado. En unos instantes, los ciempiés y la pantera sufrieron la ira de un ser de inmenso poder. Luego se acercó al árbol y alzó con la mente al hombre de la rama para posarlo suavemente en el suelo, y, al tocarlo con su cuerno, la punta brilló un instante.

Y después esperó pacientemente a que su cría se despidiera de su salvador, curándose mientras tanto. Después se la llevó de nuevo a la ahora segura pradera.


Eldi aún estaba estupefacto ante la aparición de la madre unicornio y su demostración de poder, aunque las caricias de la lengua del pequeño unicornio en su mejilla habían tranquilizado su corazón, proporcionándole una dulce calidez.

Lamentó decirle adiós, hubiera querido estar un poco más de tiempo con él, acariciar su suave pelaje, mimarlo, pero entendía que su lugar estaba junto a su madre, cuyos ojos expresaban agradecimiento y amor por su pequeño. Verla restregar maternalmente su cabeza contra la de éste era un imagen tan entrañable como difícil de olvidar.

De pronto sintió algo, algo que no tenía sentido, pero al revisar sus datos se encontró que había vuelto a subir de nivel, además de recuperado su energía y maná. Y junto a las habilidades y hechizos desbloqueados, había una línea que decía: "Bendición del Unicornio".

Entendió entonces lo qué había hecho la madre, aunque no cuál era el efecto de aquella bendición, la razón de su recuperación o de la subida de nivel. Intentaría sacarle información al Oráculo, algo que era imposible saber en qué resultaría. Pero eso tendría que esperar, así que volvió a subirse al árbol mediante Muro de Tierra y Poder Canguro, para revisar desde lo alto sus parámetros, mientras sus asistentes recogían armas y restos, incluidos los de un león nivel 100.

A nivel 10, había desbloqueado Fraternizar, que más que un hechizo es el conocimiento para aplicar hechizos, como bendiciones y curaciones, a otros. Al nivel 10 de afinidad en el que lo tenía, el coste de los hechizos es el mismo que aplicándolo a uno mismo.

En 11, había desbloqueado el hechizo Regenerar, también a nivel 10, y que recobra la vida completamente al cabo de diez minutos. Es útil para complementar el efecto de Toque Vampírico o para curaciones no urgentes.

Y la habilidad nivel 11, Propulsar, lanza a un enemigo con un golpe de martillo. Hasta veinte metros de distancia en nivel 10 de afinidad. Catorce en nivel 4, que es la que él tenía.


Escuchó un sonido y vislumbró movimiento, para descubrir que más ciempiés habían llegado al lugar. Y, sin su presa original, se dirigían a su árbol. En total eran unos quince, de niveles entre 11 y 13.

Eldi empezó lanzando flechas, algunas con fuego o electricidad, y usó hasta cuatro Jabalina cuando se acercaron. Luego empuñó el hacha nivel 10 desde su posición, ocultándose tras la rama cuando querían electrificarlo, y protegiéndose con ¿Magia a mí? por si acaso.

Los atacaba desde la distancia del hacha a dos manos, aprovechándose de su desorden al trepar por el árbol, muchas veces unos sobre otros. Desde su posición desventajosa no podían usar Látigo, pues caerían al suelo, y no les era fácil usar su ataque eléctrico, ya sea por no tener una visión clara de su objetivo o por tener a otro insecto encima. Por su parte, el hombre podía alternar con facilidad entre arco y hacha.

Fue relativamente sencillo acabar con ellos, pues ni retrocedían ni cambiaban de táctica, y ni siquiera tuvo que invertir demasiados recursos en ello. Y lo más sorprendente fue, no sólo que subió hasta nivel 12, sino que avanzó bastante del siguiente nivel, más de lo que sus cálculos concluían.

Es cierto que no es lo mismo un nivel 10 bajo que un 10 alto, pues este último es casi lo mismo que un 11 bajo, a diferencia del juego. Y que si todos estuvieran en la parte alta de sus niveles, le darían más experiencia, pero aun así le resultó extraño. Le pareció en cambio normal la velocidad a la que se recuperaba su maná y energía, pues no se había dado cuenta que el efecto de las pociones de regeneración ya había terminado.

Finalmente, y mientras sus incansables hadas hacían el trabajo de recolección, decidió adentrarse un poco más en el bosque, en busca de madera nivel 15. A este paso, pronto le haría falta. Y se sentía confiado en sus fuerzas y que no habría dos cazadores de nivel alto en un mismo bosque.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora