Hechizo olvidado

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Estuvo un buen rato pensando como bajar a las arañas del techo mientras las esquivaba, confiando a menudo en Muro de Tierra para resguardarse, pero sólo unos instantes, pues pronto era derruido. Y usar Molino, aunque le servía para mejorar la afinidad con la habilidad, tenía el problema de que el veneno iba consumiendo las lanzas. Probó a empuñar algunas de menor nivel, pero su deterioro era más rápido, por lo que enseguida quedaban inutilizables.

Finalmente llegó a una solución, una tan obvia que se hubiera dado cabezazos contra la pared de la cueva. El último hechizo que había desbloqueado había sido Gravedad y, aunque el consumo de maná era algo alto, también era la solución ideal. Era tan obvio, que se sintió avergonzado de no haberlo tenido presente, pero también es cierto que no había tenido la oportunidad de usarlo, por lo que prácticamente lo había olvidado.

Antes de usar el hechizo, colocó algunas lanzas en el suelo, imbuidas en fuego y aseguradas con Aguantar. Luego se fue moviendo por la caverna hasta que una de ellas estuvo en la posición correcta. Intentó entonces el hechizo que había aprendido en el pueblo-topo, que de alguna forma salía en su lista de hechizo como Derrumbamiento y afinidad 1/5. Aunque seguía sin dominarlo, era suficiente para desestabilizar un poco a las otras arañas y confundirlas.

Lanzó finalmente Gravedad en su objetivo, que no fue capaz de reaccionar ante el repentino aumento de peso, cayendo en la trampa de lanzas y fuego en la que quedó atascada, y en la que acabó muriendo con la ayuda de un hacha.

Quedaban tres, pero ninguna de ellas volvió a colocarse sobre una trampa de lanzas. No acababan de comprender el peligro, pero, de alguna forma, habían aprendido a temerla. Eldi decidió entonces usar de nuevo Derrumbamiento y Gravedad en las tres. Sólo una de ellas consiguió mantenerse en el techo, aunque sus movimientos eran extremadamente lentos.

Las otras dos habían sufrido un fuerte golpe, pero nada más. Estaban en perfectas condiciones para luchar desde el suelo, aparte del excesivo peso que lastraba sus movimientos y que no duraría mucho más. Las dos arañas intentaron subir de nuevo por las paredes, pero una de ellas fue detenida por Eldi, obligándola a defenderse.

La Araña de las Cavernas detuvo Doble Filo con sus patas, pero no resultó indemne. Aprovechando la situación, decidió seguir con una lluvia de Doble Filos, moviéndose para intentar evitar los ataques de la araña que estaba en el techo, y a la que pronto se unió la que había escapado. Sólo eran dos, así que resultaba mucho más fácil que antes, además de que ¿Proyectiles a Mí? era sumamente eficaz cuando no conseguía esquivarlas.

Pronto dos de las patas de la araña fueron seccionadas, provocando que está volviera a intentar huir y fuera atravesada e inmovilizada por una lanza. Quedó a merced de su enemigo, que no tardó en acabar con ella.

Quedaban dos, así que le resultó relativamente fácil usar Molino mientras quemaba las telarañas que le impedían salir y se refugiaba tras la parte no quemada de éstas. La propia tela de araña lo protegía de los proyectiles venenosos de los arácnidos, los cuales no se atrevían a acercarse, permitiéndole así recuperar su maná y energía, mientras el efecto de Aire Acondicionado seguía haciendo mella en ellos.

Cuando volvió, usó inmediatamente Derrumbamiento y gravedad en ambas arañas. Si bien esta vez consiguieron aguantar, sus movimientos se vieron restringidos durante unos segundos, imposibilitándoles esquivar la lluvia de Jabalinas. Usó después Casi Thor sobre una de ellas, que se derrumbó sobre el suelo, quemada y atravesada por las lanzas. Una de ellas le acabó de atravesar la cabeza, muriendo casi al instante.

La otra seguía aguantando en el techo, escupiendo veneno, pero poco a poco se iba desangrando. La tercera vez que le aplicó Gravedad no pudo aguantar y cayó, muriendo poco después, y dejando su cuerpo y el de sus compañeras a merced de la asistente, que también recogió los huevos. Al fin y al cabo, eran ingredientes para algunas pociones, además de que reducir el número de las arañas parecía necesario.



Después de aquel enfrentamiento, Eldi volvió a lo que debía de ser el camino principal, y no volvió a meterse por lugares con extrema densidad de telas de araña, pues no era su objetivo deshacerse de todos los nidos. Eso sí, ser consciente de que podía usar Gravedad le facilitó el trabajo contra aquellas que pretendían comerse su lámpara.

El problema más grave que tenía era que no sabía cuál era el camino que debía seguir. Más de una vez, se encontraba de vuelta en un punto en el que ya había estado, lo que convertía aquellos túneles en una especie de laberinto donde era difícil orientarse, pues todas las paredes y telas de araña parecían iguales. Por suerte, contaba con un mapa que se iba actualizando a medida que recorría el interior de la montaña, así que podía saber qué partes aún no había recorrido.

Mientras estaba recorriendo otro de los túneles, escuchó sonidos de golpes. Se acercó a comprobar su origen, descubriendo a dos arañas nivel 56 peleando por los restos de un trozo de carne. Resultaba un tanto extraño, pues aquella carne parecían cortada con un cuchillo afilado.

Aprovechando que estaban concentradas en su pelea, Eldi las atacó primero con Abismo, empalándolas luego en el suelo con lanzas. Hubieran podido escapar de las lanzas con cierta facilidad, pero el alto humano no les dio tiempo para ello, inmovilizándolas continuamente con Abismo y usando Despedazar mientras no podían moverse.

Una vez hubo eliminado la amenaza, su asistente recogió la carne. En su inventario, pudo comprobar que era carne de un animal llamado Gran Jabalí de los Bosques, un ser que difícilmente podía acabar en el fondo de aquella montaña, por lo que aquello resultaba aún más extraño.

Al final del túnel parecía haber luz, además de escucharse un sonido extraño y continuo. Así que avanzó con precaución, encontrándose con que el túnel acababa en medio de la pared de una enorme gruta de más de veinte metros de altura. Había una gran caída desde allí, pero no sólo eso. No sabía qué creaba la tenue luz que iluminaba el lugar, pero sí que, hasta donde le alcanzaba la vista, aquel lugar estaba repleto de arañas. Cientos de ellas, quizás miles.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora