Última planta

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Su retirada no fue fácil. El gusano jefe lo perseguía usando Muelle y disparando lluvias de ácido, obligándole a esquivar y no permitiéndole seguir un camino directo. Incluso necesitó Reacción Gatuna en una ocasión.

Pero el mayor susto que recibió fue, cuando habiendo llegado al túnel y sintiéndose seguro, el gusano lo siguió hasta el interior, usando incluso Muelle de nuevo para abalanzarse hacia él.

Eldi recibió un fuerte golpe que le lanzó hacia atrás, aunque no fue muy grave. Y, por suerte, el enorme gusano no podía disparar al estar encajonado en un pasadizo demasiado estrecho para su tamaño. Pero a pesar de ser un lugar demasiado pequeño, el monstruo intentaba avanzar hacia su presa.

Una vez recuperado del susto inicial, a Eldi aún le costó asimilar que aquel ser actuara así, pero tampoco quiso desperdiciar aquella oportunidad y se acercó para atacarlo ahora que no podía moverse. Sin embargo, no iba a ser tan fácil. El jefe usó su habilidad de Succión, atrayendo al alto humano hacia su boca abierta. No tenía dientes, pero eso no lo hacía menos peligroso, y en el espacio cerrado del túnel aquella habilidad era especialmente efectiva.

Usó Aguantar con una de las lanzas y se agarró a ella para no ser engullido. Sin embargo, sus manos húmedas por el sudor resbalaban poco a poco, haciéndole entrar en pánico mientras intentaba aferrarse a ella desesperadamente. Y, cuando estaba a punto de perder el contacto con la lanza, la habilidad finalizó.

Eldi respiró aliviado, pero pronto el gusano hizo el gesto de volverlo a intentar, por lo que Eldi corrió en dirección contraria, usando incluso Poder Canguro para impulsarse. Tuvo que agarrarse a la piedra saliente de la pared y a otra lanza para conseguir no ser absorbido y alejarse del radio de acción.

Mientras, la primera lanza que había dejado en el suelo se acababa desprendiendo y siendo absorbida por el monstruo, con tan mal suerte para éste que se clavó en el interior de la boca. Una especie de rugido de dolor difícil de describir invadió el túnel, hasta que un nuevo uso de Succión consiguió desclavarla, aunque desgarrando la blanda carne del interior en el proceso.

El gusano había perdido una considerable cantidad de vida para una sola herida de lanza, algo que le dio una idea a Eldi, que volvió a empuñar el arco. Y cuando el gusano abrió la boca en un nuevo intento de succionarlo, empezó a disparar flechas con fuego.

Antes de que cerrara la boca, hasta cinco flechas se le clavaron en el interior. Y cuando la abrió para intentar quitárselas con Succionar, como había hecho con la lanza, más flechas se unieron a las primeras.

Eldi había fijado dos lanzas con Aguantar para ayudarle a mantener el equilibrio y no ser arrastrado, suficiente dada la distancia, y se limitó a disparar flechas una y otra vez, añadiendo fuego a cada uno de ellas.

Poco a poco, la vida del gran gusano fue bajando, pues su interior no estaba protegido ni contra ataques físicos ni contra magia, y sólo la gran cantidad de vida que tenía retrasó lo inevitable. Y cuando finalmente fue derrotado y acabó desapareciendo, hubo un asistente que tuvo mucho trabajo recogiendo todas las flechas esparcidas por el suelo.

Y como en la anterior, la caverna contaba con hongos y vetas de metal, que fueron recogidas antes de ir hacia la última planta.


Estaba cansado pero no en exceso, por lo que decidió explorar un poco aquella planta.

–¡Mierda!– exclamó cuando de pronto se vio inmovilizado.

Un ser oscuro con ocho patas apareció justo en ese momento, aprovechando la ocasión para atacar a su presa e inyectarle su veneno, pero el Aura de Fuego que llevaba Eldi como protección y para iluminar un poco sus alrededores quemó la tela que lo aprisionaba y le permitió enfrentarse a su enemigo. Era una tela cuyo material es maná solidificado, y no el propio de las arañas naturales.

Eldi uso el hacha para atacar las finas patas que no deberían poder sostener un ser de metro y medio de alto, dejando a la araña de las cavernas de nivel 25 inmovilizada, acabando con ella poco después. No es un monstruo muy poderoso ni tiene ninguna resistencia especial, pero su camuflaje y sus trampas lo hacen peligroso. Pueden tanto tender telas de araña como usar agujeros en el suelo.

Después del primer encuentro decidió descansar, repasando las habilidades que recordaba aquellas arañas y planeando el mejor curso de acción.


Así, a la mañana siguiente, Eldi recorrió los túneles algo más despacio, usando una lanza en una mano y una hacha en la otra. Aunque eran a dos manos y no las podía usar para luchar si no soltaba una de las dos, le servían para su propósito. Con la lanza tanteaba el suelo en busca de trampas, mientras que el hacha la iba moviendo frente a él, buscando telas de araña, y estando ambas armas imbuidas con fuego.

Quizás fue algo tedioso, pero no tuvo mayores problemas, pues una vez descubiertas sus emboscadas no era enemigos formidables, ni tampoco suelen trabajar en grupo. Lo más que encontró fue dos de ellas a la vez, y no necesitó usar ninguno de sus antídotos, pues aunque sufrió alguna herida, el veneno no era demasiado fuerte y podía ser contrarrestado con Regenerar. Si hubieran sido de mayor nivel, hubiera sido más peligroso, no sólo por la mayor potencia del veneno, sino por sus efectos paralizantes.

Y, una vez más, los hallazgos de vetas de metal y hongos fueron algo mayores, aunque seguían siendo de cobre y estaño. Además de un nuevo tipo de hongo con efectos astringentes y que podía convertir en una poción de curación bastante efectiva contra heridas superficiales.

Pero la relativa paz de la mazmorra fue rota cuando llegó a la caverna en la que se encontraba el jefe de la planta y, por tanto, el de la mazmorra. Supuso que era una araña gigante y se temió que hubiera más arañas en el lugar, pero era incapaz de saberlo. Oído de Murciélago le avisaba del peligro que se encontraba más adelante, pero él sólo veía una densa maraña de telas de araña.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora