Esencia Purificadora

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Agradeció que, por cada planta que bajaba, el número de aventureros disminuyera. Eso era debido a que muchos se iban rindiendo con el tiempo, encontraban algo mejor, o morían. De hecho, ordenando el nivel de la gente del reino, obtendríamos una pirámide, con muchos de bajo nivel en la base, y cada vez menos a medida que se sube hasta la cúspide.

De esqueletos se había pasado a una especie de zombis, que no eran lentos en absoluto y que tenían más fuerza, pero que eran vulnerables a los daños cortantes y punzantes. Ya en la última planta, con unos zombis nivel 44 con lanza, y que podían lanzar un hechizo de terror, se había vuelto más complicado. Allí había menos aventureros, lo que hacía que los monstruos llegaran a agruparse, siendo tres el máximo que había visto.

No había supuesto un grave problema, pero se había visto obligado a usar sus habilidades y hechizos. Su nivel era sólo cuatro niveles superior, aunque también es cierto que las bendiciones y equipo aumentaban su ventaja. De todas formas, debía ser precavido, además de asumir que no iba a ganar mucha experiencia.

Ya con el jefe de planta anterior había tenido que esforzarse, y el jefe final debía de ser más complicado, jefe que muchos aventureros ni siquiera se molestaban en enfrentar. Cuando eran lo suficientemente fuertes, dejaban la mazmorra y viajaban a una de nivel superior, a bastantes kilómetros de allí.

Se aseguró de que no había nadie cerca y decidió apostar por lo seguro, usando arco y flechas con fuego, manteniendo la distancia. La enorme lanza era peligrosa, pero esquivarla desde lejos era fácil. Y si el jefe se acercaba demasiado, podía refugiarse en el túnel y seguir disparando.

Cuando ya parecía un puerco espín, las flechas y el fuego le habían bajado mucha vida, y había podido observar algunos de sus movimientos, así que Eldi paso a usar Jabalina con varias lanzas, pues era un blanco fácil. Le provocaba para que le lanzara la suya, atacándolo con Jabalina cuando iba a recogerla.

La vitalidad del jefe había bajado más de la mitad, momento en el que usó una habilidad que los zombis de la planta no tenían: Bersérker. Baja la defensa para subir el ataque y la agilidad, haciéndolo más peligroso. Eldi puso varios Muros entre él y el zombi, que esté traspasó sin preocuparse del daño que recibía, estampándose contra la pared al resbalar por el suelo helado.

Se repuso inmediatamente y se dio la vuelta para enfrentar a Eldi, que se había movido detrás de los Muros, obligándole a pasar por ellos de nuevo si quería alcanzarlo, y eso hizo. Pero esta vez el suelo helado no fue tan efectivo, pues el paso del enorme zombi lo había resquebrajado, así que lo esperó frente a un Muro de Hielo, obligándolo a luchar sobre éste y aprovechándose de la ralentización que provocaba.

No tardó mucho en sucumbir. La diferencia de nivel hacía que los ataques de Eldi fueran más efectivos, y los movimientos de alguien tan grande eran evidentes para él, pudiendo esquivar con facilidad la enorme lanza o sus Patadas, e ir dañando las piernas con el hacha. Cuando éstas no pudieron soportar su peso, ya casi no le quedaba vida, y Eldi sólo tuvo que rematarlo en el suelo.



En la enorme sala, sólo parecía haber paredes de piedra. Llevaba veinte minutos inspeccionándola y ni siquiera había encontrado una pista. Sólo le quedaban diez antes de que volviera a aparecer el enorme zombi, y prefería no tener que volver a enfrentarse a él, aunque estaba decidido a hacerlo.

Usó Agudizar Sentidos, pero todo lo que consiguió captar fue el sonido de una gota de agua al caer. Estaba planeando crear algunos agujeros para cuando el jefe volviera a aparecer, cuando una idea le cruzó la mente.

–¿Agua? Eso no tiene sentido– murmuró para sí mismo.

Se dirigió hacia donde la había escuchado, pero allí sólo había una pared de piedra, así que decidió probar algo. El Oráculo le había explicado que lo que había allí estaba oculto a los demás, pero que él podría encontrarlo. Así que sacó el salvoconducto para la mazmorra que había obtenido en el juego, algo que sólo los visitantes podían poseer.

Una luz brilló en la pared, dos metros a la izquierda de donde estaba, y un pasadizo apareció, pasadizo que se cerró tras él cuando lo cruzó.

Estaba oscuro. Aquel túnel no contaba con los hongos de luz que estaban prohibidos de arrancar en la mazmorra. Así que sacó la lámpara, sorprendiéndose al encontrar vetas de hierro mágico y hongos de varios tipos, totalmente desarrollados. Había encontrado algunos en las últimas plantas, pero aún no lo suficientemente grandes para cogerlos. Aparentemente, algunos niveles altos iban periódicamente a recolectarlos, pero en aquel túnel hacía mucho que no pasaba nadie.

El pasadizo daba a una pequeña habitación con un charco en el centro, y una estalactita sobre éste, en cuya punta se iba reuniendo poco a poco la humedad, hasta formar una gota y caer al charco.

Había más hongos, de diferentes especies a los anteriores, pues necesitaban la humedad de la sala, así que recolectó algunos de ellos, pero dejó varios de cada tipo. No quería ser el causante de que no volvieran a crecer.

Había reunido un pequeño tesoro que le permitiría crear mejores armas y pociones. Quizás, sólo por ello, había valido la pena ir hasta allí, aunque no creía que el Oráculo lo hubiera hecho ir sólo por el metal o los hongos. Sin embargo, no había nada más.

Observó cuidadosamente la estalactita, pero no podía detectar nada especial en ella. No había nada que pudiera ser la "Esencia purificadora", a no ser...

Tocó ligeramente el agua con el dedo, temiendo que pudiera ser peligrosa. Sorprendentemente, su uña quedó limpia, reluciente.

–Así que es el agua...

Sacó una pequeña botella, de las que se usan en las pociones, y la llenó. Parecía sólo agua, pero había comprobado que era algo más. Al recogerla, su intuición de alquimista la reconoció como un ingrediente, un ingrediente para el que no tenía ninguna receta.

Se preguntó para que debía servir, pero confió en averiguarlo en el futuro, pues así solían ser las predicciones del Oráculo.

No cogió más, había sido advertido de ello, así que se dirigió al círculo de teletransporte para salir de aquella mazmorra.

Regreso a Jorgaldur Tomo I: el mago de batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora