¿Cuántas horas habían 9? 10?,no sabría decirlo, el vuelo con nuestro destino a Italia decía 9 horas con 34 minutos, fue un tiempo no muy agotador pues tuvimos distracciones durante el vuelo, una serie de películas de comedia y suspenso que fueron las encargadas de acompañarnos durante el vuelo, la de suspenso no fue tanto de mi agrado, pero a Adrianne le fascinaba eso, la sangre derramada a borbotones, cuerpos infectados y una serie de zombies comiéndose al menos a la mitad del planeta, una total locura. Tuvimos también entretenimiento por parte de unos pasajeros, los cuales se pelearon por teléfono, creo que la gente podía pensar que estábamos locas pues éramos las únicas que nos reíamos, la gente lo entendería, pero nosotras teníamos un super oído para entender todo lo que pasaba por ello nuestra risa. También tuve que calmar a un bebé recién nacido que empezó a llorar, Adrianne no es tan conmovedora con los niños a diferencia mía pero los llantos la sacaban de quicio por lo que tuve que intervenir un poco. El cielo italiano tenía otro destello frente a mis ojos, no podía creer que estaba en otro país, en otra parte del mundo muy distinta a la que yo conocía y aunque este no fuera un viaje de "turismo", no iba a dejar que nada arruine el conocer este país, hasta podría decir que el aire era distinto, como decía Adrianne, "los italianos huelen a pizza", era su broma del día.
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Tomamos un taxi, la verdad yo no sabía hablar Italia, pero eso no hacía falta pues mi mejor amiga era oriunda de aquí, el italiano desbordaba por sus venas y pude corroborar eso, aún no sabíamos a donde iríamos primero, de frente al castillo volterra o daríamos un paseo. Adrianne optó por la primera opción, teníamos que enfrentar esto antes y no postergarlo más, también prefirió decirme que no comente nada sobre mi transformación, al menos no por ahora, podía ser una ventaja para nosotras, yo iba a hacer caso en todo lo que ella dijera, conocía mejor que nadie a su padre y a los demás líderes, Cayo y Marco,
El taxi demoro minutos para dejarnos frente a un gran castillo, demasiado grande, y escindido en un lugar apartado de Italia, pero con un diseño tan antiguo como si fuera sacado de un museo, sus amplias puertas estaban cerradas y cubiertas con un acero pesado, como si la cubrirán ante un posible enfrentamiento, un lugar bastante perfecto para ellos o al menos esa era mi opinión. Bajamos del auto con nuestras maletas, Adrianne se ofreció a llevar ambas y se acercó a otro extremo del castillo donde yacía una puerta más pequeña, tocó de esta y espero a una respuesta.
-Mantente siempre a mi lado y si pudieras poner ese escudo protector tuyo cuando estemos juntas, mucho mejor... - me dedico un guiño y retrocedió dos pasos al escuchar la puerta que se abría.
- ¡Bienvenida a casa Adrianne!
- ¡Alec!, no creía que estarías pendiente a mi llegada, mi paliza de la última vez creo que te dejo adorándome más que antes. - le dedico una sonrisa al joven de cabello negro que estaba detrás d ella puerta, ya no traía la típica capa negra y roja, pero si estaba vestido de negro completamente.
-Aro se alegrará de verte y claro, conocer a tu amiga.... - cuando dijo esas últimas palabras su mirada se encontró con la mía por algunos segundos y esquive esta mientras pasaba.
-Por favor, puedes llevar las maletas a mi habitación, estamos algo exhaustas. - dijo Adrianne mientras dejaba las maletas a lado de Alec y tomaba mi brazo para conducirme en otra dirección.
-Espera, yo voy.........
- ¿Guiarme?, por favor Alec, es mi casa, creo que puedo hacerle el tour a _____(T/n) yo misma, además se dónde encontrar a mi padre - apretó ligeramente mi brazo y siguió conduciéndome por una especie de pasillo.
Era uno de esos castillos algo tenebrosos, sus paredes eran de un color gris, al menos los pasillos eran así, había una infinidad de cuadros, tanto de escudos como de algunas batallas antiguas, Adrianne dijo que no le tomé importancia, eran solo parte de libros en donde se nos representaba de esa forma, pasamos también cerca de una secretaria, era como una asistente pero la verdad era escalofriante, era humana, ni siquiera quería imaginarme cuanto duraban esas personas aquí, por que como bien sabía Los Vulturi llegaban una dieta humana, de ahí el color rojo en sus ojos se debía a la sangre humana. Caminamos hasta el final, llegando a un amplio living que tenía otra puerta grande, pude ver también un ascensor, pero ella dijo que quería que conociera la entrada a pie, imagino para que tenga una noción y no perderme en ello. Dos hombres altos estaban en la puerta, flanqueando está a modo de protección, su guardia era extensa, a lo largo del camino había visto unos 7 chicos con aspecto alto y robusto, cuidando de este castillo.
-Félix, mi padre me está esperando.... - ambos levantaron su capucha y observaron a Adrianne por unos segundos.
Pero luego la atención la pusieron en mí, me analizaron tal cual, de pies a cabeza, el de cabello oscuro poseía una mirada mucho más frívola que el joven castaño a su lado, imaginaba que años de servir a estos seres les habían quitado los sentimientos o algún tipo de remordimiento ante todo y parecía que así era, pues no tenían nada. La puerta se abrió y nos dejó ver un gran salón, muy amplio, con un acabado de mármol perfecto, columnas tan hermosas con ese toque arquitectónico antiguo, conforme nos acercábamos al medio tres grandes sillas se encontró en frente, en unos escalones más arriba de nosotros, tres personas la ocupaban pero todos estos tenían capas negras, pero no eran como las de los otros, estas eran más largas, con un tono rojo por dentro y los tres colgaban un gran dije con el escudo que Adrianne una vez me regalo. El del medio se levantó, se acercó a nosotras no a menos de 3 metros y levantó su capucha, su cabello era negro, un poco largo, su tez totalmente pálida y un color de ojos rojo tan vibrantes como el rubí mismo.
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- ¡Bienvenida hija mía! - comentó.
-Hola, papá.... - Adrianne se despegó de mi brazo y camino hacia él para recibir su abrazo, el abrazo duro segundos en lo que se colocó a un lado de él y me miró fijamente. - Papá, quiero presentarte a mi mejor amiga, ella es ___(T/n) Smith.
Cuando dijo esto, se acercó nuevamente a mi lado extendiendo su mano hacía la mía para colocarse a un lado mío, los ojos de su padre me analizaron de pies a cabezas, podía notarse que se perdía en sus pensamientos, pero extendió su mano ahora hacía mí. ¿Acaso quería que tome su mano?, recordé que Adrianne menciono acerca de que el podía leer los pensamientos con solo tocar tu mano, pero no deseaba eso, al menos yo darle lo que él quisiera saber.