Solía escaparme del castillo y dar algunas vueltas por un gran bosque que había, Adrianne había salido con Aiden y Alec y aunque Jane quería acompañarme por suerte Aro la llamó, el bosque era bastante apartado y no había personas cercas, esto lo hacía para poder transformarme en lobo, sentía que debía hacerlo a veces ya que liberaba algunas tensiones y sobre todo que era parte de mi naturaleza sentirme libre un poco. Cuando me cercioraba que nadie estuviera cerca lo hacía, cuando estaba justo por hacer eso, una pequeña rama sonó alguien había decidido seguirme o al menos espiar y por el aroma pude reconocer de quien se trataba.
-Cayo, es una mala idea que estés aquí solo....... - susurre mientras me gire y visualice atrás en un árbol una sombra asomarse.
-Solo caminaba y de casualidad te vi. - susurro el de cabello claro mientras se acercaba más levantando su capa negra y dejándose ver.
-Espiar, esa es la palabra correcta, creo yo. No creo que te atrevas a matarme o te ira mal.... - sostuve viéndolo aun fijamente.
-Una persona con apenas 120 años, ¿va a matarme?, tengo miles de décadas más que tú, no eres un rival. -refutó Cayo.
-Quieres probar, para tu seguridad no utilizaré magia... - reí mientras me coloqué a mitad del bosque.
Cayo hizo lo mismo y fue el primero en dar un golpe, para la edad que tenía aún sabía defenderse, pero no estaba acostumbrado a batallas, los tiempos habían cambiado y las tácticas también. Esquive uno de sus golpes saltando por encima de él y logré darle un golpe sobre la espalda, este impacto contra el suelo y de forma rápida se levantó para colocarse atrás mío, sostuvo mis brazos haciéndolos hacia atrás, era algo fácil pero el ya creía ganado el combate.
-Podría darte un golpe de esta manera y matarte, nadie sabría que moriste aquí y de esta manera. - susurro Cayo.
-Dije que no haría magia, pero nadie habló de esto.... -
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Mientras la última palabra salía de mis labios, mi cuerpo empezó a temblar, me zafe de los brazos de Cayo quien se impactó otra vez en el suelo a mis espaldas, pero esta vez no se levantó, en lugar de ello se quedó quieto. Su mirada mostraba temor uno tan fuerte que tuve que retroceder un poco ante el impacto, me había transformado en lobo, no me importo si alguien aparecía, pero no lo iba a dejar ganarme. El terror en su mirada era realmente una escena de comedia para mí, me acerque a él lentamente pues duplicaba mi tamaño desde la última vez, mi cabeza era más grande que la suya, media por lo menos 2 metros ahora, me coloque cerca de él y abrí mi mandíbula, dejando ver mis colmillos y colocarlos alrededor de su cuello. Podía matarlo en un abrir y cerrar de ojos, pero no era mi naturaleza hacer eso, por lo que me gire de nuevo y lance un suave aullido desapareciendo de la vista de Cayo.
