Vi como los ojos de Bastián se agrandaron un poco y ante ello bajaba la mirada, si frente a él hubiera una gran roca, estuviera abajo, definitivamente. No poseía una tez clara en la cual podrías darte cuenta si sus mellizas estaban rojas, pero, reconocía el rostro de Bastián avergonzado, con esa mirada tierna y tan sutil, con la sonrisa diminuta y sus manos entrelazándose entre si por los nervios. Me parecía una escena graciosa, debía admitirlo, pero era solo algo que quería preguntar, sobre todo para cambiar el tema en el que hablábamos al inicio, aunque vendría a ser casi parecido a todo.
-Uhmmm, ¿sigues ahí? - musite sin dejar de mirarlo. – Tierra llamando a Bastián.
-L...Lo siento. - tartamudeo levantando la mirada. - ¿Quién te dijo eso?
-Creo que sabes que no es necesario que me lo digan, puedo oír perfectamente los murmullos. - comenté. - Lo oí, justo un día que te recogí.
-¿Segura que lo oíste?- inquirió
-¿Existe otra _____(T/n) en tu clase que te recoja?.-respondí
-Pues no...-musito él.
-Por eso es que te lo digo, sé que hablaban de mí, eso oí. - admití.
-¿Qué fue lo que oíste?.- murmuró.
-Bueno, fue algo como, "Hey, la novia de Miller llegó."- respondí. - Y pues bajé del carro y ahí estabas, yendo a mi encuentro con esa gran sonrisa tuya.
-Créeme que jamás dije algo así, de que eras mi novia. Si lo fueras te hubiera presentado a todos, hubiera sido todo distinto. - Murmuró tratando de convencerme con sus palabras y luciendo nervioso también.
-Te creo, conozco al amigo que tengo, sé que jamás me ocultarías algo o incluso mentirme, ¿cierto? - añadí.
-Si, amigo. - musitó suavemente.
-Tengo otra pregunta...- admití.
-¿Otra más..?- murmuró.
-Es una pequeña pregunta, será fácil. - comenté.
-Está bien, dímela. Resolveré tu duda. - susurró Bastián levantando la mirada ahora y dedicándome una sonrisa.
Tenía claro lo que iba a preguntar y aunque las cosas eran evidentes, la situación, los momentos, todo, quería saberlo, salir de dudas frente a todo ello. Giré un poco mi rostro y me concentré en mirar a otro lado, a mis manos que jugaban entre si sintiéndome algo nerviosa por la respuesta que iba a obtener, pensaba en una, pero, no estaba segura.
-¿Yo te gusto?.- pregunté.
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No tuve una respuesta de inmediato, el silencio se hizo incomodo, hasta podría jurar que no escuché ni siquiera su respiración por algunos segundos, luego esta se volvió pesada y su corazón empezó a latir mas fuerte de lo normal. Era la magia de poseer un sentido del oído muy agudo y desarrollado, que no necesitaba ver a alguien para saber como se encontraba, aquel silencio se vio interrumpido por la mano de Bastián que se puso sobre la mía, la apretó con suavidad y con su otra mano disponible levanto mi mentón. Su mirada chocó con la mía, un contacto fijo y que parecía eterno.
