Por suerte pude escucharlo, ya que en lo extenso del bosque era complicado escucharlo, los sonidos tanto de los animales, las hojas golpeando con el viento eran un tanto distractoras, así que me acerqué lo más pronto posible a él, corriendo a mi manera y con una sonrisa entre mis labios. Papá se acuclillaba para recibir un abrazo mío y fui levantada en un gran abrazo que me dio, mientras sonreí por aquel momento.
-¿Dónde estabas princesa?.- murmuró papá.
-Estaba persiguiendo una mariposa, debiste verla, era azul, así de lindo como el cielo. - añadí sonriendo.
-También pueden ser lindos como el azul de tus ojos, acompáñame hay algo que debo mostrarte. - pronunció mientras asentí ante su propuesta y me bajo con cuidado sosteniendo parte de mi mano.
Caminamos de forma lenta observando el camino a casa, no estaba muy lejos, pues el amplio jardín que teníamos estaba conectado al bosque, cuando llegamos a casa, mamá al parecer estaba en la cocina, eso podía sentirse por el increíble aroma a comida. Pero papá me llevó consigo a un pequeño cuarto que teníamos al final de las habitaciones, nunca había ingresado a ese lugar y tenía curiosidad por saber que había dentro, pues siempre me pregunté que había ahí. Lo que jamás imagine era ver un estudio de pintura cuando papá abrió la puerta despacio, pude ver lienzos blancos, pinturas recién hechas a un lado, sobre la mesa una gran cantidad de pinceles de todo tamaño. También había tubos de pintura hasta paletas, podía saber cada cosa, pues las conocía, pero no sabía que ellos tenían eso en aquel lugar. Mi madre siempre me compraba cuadernos y muchos colores, plumones, me gustaba dibujar y colorear, pero jamás utilice un pincel, sabía que era pintar, pero no lo había hecho nunca, apenas estaba por cumplir 6, pero mis padres decían que tenía una mentalidad de jovencita gruñona, cosa que era gracioso.
-Esto, mi pequeña princesa, es un talento oculto de tu padre... - murmuró él. – Solo pocas personas lo conocen, tu mamá quiso que tuviera todo esto, dice que soy bueno, aunque no lo considero como tal.
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-Todo aquí es muy lindo. – contesté sonriendo y acercándome a visualizar una pintura. – Y son dibujos muy lindos papá.
-Y esto es para ti... - comentó mamá ingresando al estudio con una pequeña caja y un moño rosado.
Mamá siempre con aquella sonrisa tan linda, para acercarse a lado de mi padre y sonreírle, mientras extendía aquella pequeña caja en mi dirección, no era mi cumpleaños aún, así que no sabía el motivo de aquel regalo. Aunque ellos siempre me llenaban de cada obsequio.
-¿Es para mí?- contesté confundida, acercándome a mamá.
-Claro que sí, es un regalo de ambos, créeme, te encantará, tu padre sabe que es así. – concluyó mamá ofreciéndome nuevamente la caja, la cual tomé entre mis manos.
-Ábrelo.... - informó papá. - Te va a encantar ______(T/n).
Quité primero aquel moño que cubría la tapa de la caja, para luego quitar la cinta y levantar con cuidado, pues la caja era de madera y parecía pesar un poco, pues era muy amplia. Pude sentir como quedé boca abierta con el contenido que tenía aquel regalo, me encontraba con una gran fila de pinceles de color blanco, de distintos tamaños y con un nombre grabado sobre estas. Sabía leer a la perfección ya, aquella escritura era mi nombre, decía "_______(T/n)". Mi emoción fue reflejada en mi rostro, a lo cual corrí hacía ellos sosteniendo entre mis manos mi regalo.
-Mamá, papá, son hermosos, gracias. - comenté con una voz totalmente alegre por mi obsequio.
Mamá se giró y me acercó un lienzo y papá me brindo una paleta, para vivir aquella experiencia llena de arte.
-Tu madre creyó conveniente de que era hora de que tengas tus propias herramientas de pintura. -pronunció mi padre mientras se acercaba hasta donde yo estaba.
-Tienes talento hija mía, hemos visto tus dibujos y creo que ya era hora de poder tener tus propios pinceles, como tu padre. - comentó ahora mamá.
Estaba feliz, siempre anhele pintar y compartir aquel lugar con mi padre en los tiempos que podíamos, era más que precioso, era uno de los mejores regalos que había recibido, claro, aparte de tenerlos, ya que eran las personas que más adoraba en la vida. Los rodee a ambos en un pequeño abrazo, dejando un beso en cada una de sus mejillas, no sabía de qué manera agradecerles, mi emoción era desbordante. Era la niña más feliz del mundo con mi juego de pinceles y ese era un recuerdo que guardaría siempre de ahora en adelante, cuando obtuve aquel obsequio.
Cuando estaba por girar y ver a mis padres, ellos ya no estaban en el lugar, habían desaparecido, poco a poco las cosas de aquel lugar también. Cerré con fuerza mis ojos, quizás solo era una alucinación, pero cuando me desperté, pude encontrarme en el mismo lugar donde horas antes estuve. Era mi habitación en la cabaña de Elena, la tenue luz por la ventana, indicaba que apenas estaba por amanecer, pero aun había oscuridad afuera, fue entonces que en segundos sentía a alguien que se acercó hasta donde yo estaba.
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-¿Tuviste una pesadilla?.- susurró Adrianne sentándose a mi lado.
-No, de hecho, fue un recuerdo, diría que fue como un gran sueño. - respondí encogiéndome de hombros.
Todo se había tratado de un sueño, todo fue un recuerdo de mi niñez que se había proyectado, aun así, sentí nostalgia por aquel momento, pues hubiera deseado que al despertar ellos estuvieran aquí. Adrianne extendió sus brazos hacía mí, para abrazarla con cuidado y asimismo me abrigó, pues ella creía que aún no era tiempo de que despierte, debía descansar un poco más. Recuerdo en uno de mis tantos cumpleaños haber pedido una hermana de regalo, quien diría que aquella otra hermana aparecería años después y aunque no era de mí misma sangre, era mi adoración.
NOTA: Lamento chicas tener dificultad de subir caps, lo que pasa es que estoy operada recién por problemas de salud y es muy difícil sentarte y subir los capítulos, pero prometo hacerlo más seguido. Muchas gracias a cada lectora y lector, ya vamos en los 100k ,muchas gracias <3
