||Es amor lo que sientes por Jacob o.....||

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-Ayúdame, hay que hacerlo pasar. - inquirí.

Adrianne no creía que era buena idea, pero la guíe hasta el sótano y consiguiente la cueva que había, se sorprendió bastante de esta y sobre todo de las cadenas que tenía. Hasta Ethan que aún seguía en su forma humana se sorprendió de todo.

-Es otra larga historia, pero habilite está casa para mí y para posibles situaciones como éstas. - susurré.

-¿Crees que las cadenas aguanten más tiempo?. - murmuró Adrianne.

-No mucho, pero por eso haré un hechizo. - le contesté mientras le pedí que hiciera una línea con sal detrás de aquella reja.

Había un hechizo en el cual podías mantener atrapado a alguien en un círculo o en un área sea de velas o sal, era uno de Atziri y era fácil, solo tenía que tener bastante concentración. Pedí a Adrianne que me pase un pequeño grimorio en el cual mire una vez más el hechizo. Ethan no dejaba de gritar, su cuerpo empezaba a transformarse más de lo debido, podía escuchar cada hueso que raras y era un tanto doloroso para él, ciertamente sentía esa sensación, pero no tanto así.

-Adrianne, por precaución, sal de aquí. Escóndete en una habitación o algo, por favor. - murmuré.

-No te dejaré sola. - susurró.

-Él no podría hacerme daño, pero a ti sí. - comenté. - Por favor, solo hazme caso.

Adrianne dio media vuelta y se fue, por el sonido sabía que estaba aún en casa, quizás en una habitación o algo, no importaba. La cosa es que estaba a salvo, al menos, jamás había visto la transformación de alguien distinto a mí, así que no sabía cómo era, la manada de Sam, es distinta, no pasan por el dolor que causa la luna llena, eso no lo soportarían.

Dije las palabras del hechizo y para cerciorarme de ello, me acerqué intentado ingresar, pero no podía, era como si una pared invisible estuviera ahí.

-Ethan

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-Ethan.. - susurré acercándome a él.

Lo veía sufrir, estaba sufriendo con esa transformación, como alguien podía sufrir con eso y yo no, yo sentía libertad, me acerque hasta el borde y puse ambas manos sobre este, quería absorber la energía y que su dolor sea menos y no importaba si este se transfería a mí. No podía dejarlo de esa manera, cuando escuché un grito más agudo pude abrir los ojos y encontrarme con un lobo grande, de color gris y negro, era muy lindo y aunque su rostro no era muy amigable se hizo un pequeño ovillo lejos de la pared.

-Te dejaré descansar, vendré al amanecer. - susurré lentamente para levantarme de ahí.

Cerré la puerta de esa cueva y también la del sótano, por suerte Adrianne estaba en mi cuarto en esos momentos, acostada mirando el techo y dedicándome una pequeña sonrisa cuando me vio aparecer.

-¿Ya acabo?. - susurró.

-Si, por ahora sí, hasta que vuelva a ser él mañana. - murmuré. - Jamás pensé que era un dolor fatal para él convertirse así.

Verdadero amor - Jacob Black y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora