¿Eres actualmente una fan? entonces esta fanfic es para ti.
Todo comenzó como una broma. Pero, ¿que pasaría sí un día despiertas trece años después casada con el chico de tus sueños?
La caracteriza su despreocupada apariencia y malas notas debido a...
—¿De casualidad cambié la ubicación por equivocación?—titubee confundida al ver el castillo frente a mí,—¿Esto está mal?—murmuré tras revisar de nuevo mi teléfono verificando el GPS.
Giré hacía atrás por dónde vine, rasque mi nuca y volví de nuevo al frente, subí mi vista al gran anuncio publicitario.
Me acerqué a la enorme pantalla de luces azules led que iluminaban mi rostro. Lo ví a través de la pantalla.
{Flashback 2016}
—¿Somi? ¿Hay alguien que te guste? Las hijas normalmente cuentan ese tipo de cosas a sus madres—preguntó mi mamá al darme el plato de comida.
—Pero tengo diecisiete—sonreí divertida,—Eso lo hacen los niños en primaria. ¿Quieres tanto saber algo así?
—Por supuesto—replicó.
—Me gusta Lee Seoyoon—conté por lo bajo.
—Somi, ¿estás jugando conmigo? Él es sólo una celebridad.
—No. Creo que él es impresionante, a dónde quiera que vaya recibe atención, siempre es el más elegante y apuesto frente al escenario. Se ve como alguien decidido y seguro de sí mismo. Me gusta una persona así.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Dios Hija. ¿De verdad no te gusta alguien cercano? Eres una en un millón. Sólo lo ves a través de una pantalla y siempre será así. Dios, ¿porqué nació como una celebridad?
—Mamá—me moví en queja,—Es por el que siempre estoy de buen humor—me levanté con el plato de comida,—Irradió luz, ¿No puedes notarlo? ¡Es por eso que me volví tan bonita!—me moví bailando, ella rió con su rostro irónico observándome.
—Dios Somi. Sufrirás el toda tu vida sí hablas en serio, ahora estás feliz pero cuando veas la realidad...
—¡No escuchó! ¡De verdad no lo hago!
{Fin de Flashback}
Retrocedí de la pantalla cuándo choqué con alguien. Giré hacía atrás.
—Lo siento—me disculpé avergonzada.
Las luces del centro de atracciones y del castillo de la entrada me hicieron desenfocarlo. Fruncí mi vista cuando ví sus ojos a través del cubrebocas negro. Se lo quitó.
—Estás aquí—emitió una sonrisa cálida y sutil.
Bajé mi vista al ver una bolsa, me la entregó, está pegó con mi pecho y la caché.
Desconcertada lo observé.
—Apresúrate, se está haciendo tarde—ordenó y siguió su camino,—Tengo quince minutos aquí.
