📖VEINTITRÉS📖

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Me levante del lugar donde estaba lentamente, no tenía prisa y quería ver si Levi notaba mi presencia pero no fue así, en su lugar Ami solo me sonrió y me dio un beso en la cabeza cuando pase a su lado. Lo que sea que haya pasado debió ser grave, pero igual me daba la oportunidad de regresar a la lectura de diario. Así que, una vez lejos de su vista me apresure a cambiarme y preparar mi cama para mi lectura, si ellos estaran tomando con Hange podía con lujo de tranquilidad continuar mi lectura.

Minutos más tarde, ya estaba listo y solo me moleste en perder unos segundos más para agudizar mi oído y verificar que no se oyera nadie acercándose, cuando estuve seguro de lo que nadie se acercaba, abrí el diario donde me quede y continúe:

«... Se recuperaría y a decir verdad, no tardó mucho en recuperar la consciencia. Cuando despertó, Ami y yo estuvimos aliviados, pero pronto eso cambió al ver la escena que nos rodeaba.

-esta demasiado sucio - se quejo Ami, no lloro de nuevo y como si nada hubiera pasado se levantó y comenzó a limpiar, aún cuando las muñecas le sangraba por las ataduras que le hicieron con una cuerda.

Ni Farlan ni yo tuvimos la valentía para hacerla enfrentar la situación, así que solo decidimos imitarla. Los cuerpos los envolvimos en sábanas y los quemamos fuera de la casa, después de todo la policía militar jamás apareció, ni siquiera cuando todo el mundo cuchicheaba acerca de la masacre que había habido en casa.

Cuando llegó el momento de llevarnos a la abuela Arai, Ami apenas si respiro, pero nuevamente no soltó ni una lagrima. Fue entonces en que Farlan y yo nos dimos cuenta que ya nada volvería a ser como antes y que quizá habíamos perdido a la Ami que tanto queriamos.

Cuando la casa quedó limpia y en orden, Ami se dejó caer rendida en el suelo. Había olvidado yo todas mis heridas y las de Farlan, quizá ya nos habíamos desangrado demasiado pero ninguno se atrevía a desmayarse y preocupar a Ami.

-creo que la casa ya está mal, deberíamos mudarnos a tu casa, Levi - hablo Ami mientras yo revisaba si aun me sangraban las cortas que tenia.

-¿Ami pero...? - comenzó a decir Farlan apenas audible.

-tomaré unas cosas antes de irnos - fue lo único que dijo Ami.

Y nosotros hicimos lo mismo, tomamos lo poco que nos pertenecía y minutos más tarde abandomos la casa de los Arai para no volver nunca. De hecho, pasó un año para que Ami volviera a hablar más de lo necesario, la actitud taciturna en ella se mantenía y se intensificaba poco a poco; el dinero comenzó a escasear y no había ningún modo de obtener más, así que con el equipo de maniobras comenzamos a robar, robar a los comerciantes que exageraban sus precios o a aquellos que eran demasiado estúpidos para defenderse.

A ninguno nos gustaba hacerlo, pero sólo así sobrevivimos. Pronto, varios chicos se acercaron a pedir ayuda o a querer ayudarnos, Farlan no podía decir que no (desde la muerte de la abuela, se había sentido culpable por no llegar a tiempo y ahora hacia lo posible por ayudar a todos los que podía tal y como lo había vivido con los Arai), Ami dejo de usar el equipo y consiguió un empleo como asistente de un médico que por mala suerte había terminado aquí y era lo más cercano a un doctor realmente capacitado al que podíamos acceder en la ciudad.

Teníamos 19, cuando el fantasma del pasado se había ido o por lo menos desaparecía por temporadas. Una tarde, próximo al aniversario luctuoso de los padres de Ami, mientras ella estaba en el trabajo y después de nuestro habitual robo, Farlan y yo estábamos en casa repartiendo las ganancias entre nosotros y 4 chicos más (Farlan más bien era quien repartía el dinero, yo solo me dedique a limpiar mi cuchillo favorito).

-desde que tenemos el equipo tridimensional aumento la paga para todos - comentó Farlan cuando terminó su sermón habitual y todos se fueron.

- aún así, me pareció ver que le dabas de más- le cuestione sin dejar mi actividad. - ¿Cual es la razón?

-pues... su pierna enferma a empeorado, ¿te diste cuenta verdad?- comenzó a explicar con tono taciturno. - la medicina es muy cara. Su precio a aumentado de nuevo...

Maldijo para si mismo algo que repetía seguido sobre los comerciantes subterráneos, entendía lo que decía. Y sobre todo, sabía su letanía sobre los precios de subir la escalera, nosotros mismos habíamos tratado de ahorrar lo suficiente para subir pero cada que teníamos lo suficiente los precios aumentaban. Gente como nosotros no parecían tener oportunidad alguna. Tardó unos comentarios más, los mismos esperanzadores en confesar que era la liquidación de aquel chico. Aún con los años no sabía cómo Farlan había llegado a casa de los Arai, pero entendía sus motivos y eso bastaba para aceptar trabajar con otras personas, yo por cuenta propia no podía aceptar exponer a alguien más a todo lo que hacíamos para sobrevivir.

Minutos más tarde, después de que todo el mundo se había ido se escucharon golpes en la puerta. Durante los últimos años habíamos lidiando con muchos matones que quería terminar el trabajo de años atrás y otros eran simples ladrones, así que no nos costó trabajo ponernos en guardia esperando lo peor.

Farlan se aproximó a la puerta y tras lanzarme una mirada en busca de aprobación la abrió de un tirón, haciendo que una chica pelirroja cayera fuertemente al piso.

-¿una mocosa? - comente sorprendido.

-no, soy una mocosa - se quejo la chica, tenía agallas para verse tan débil.

Intentó levantarse, apenas si podía mantenerse en pie, pero al parecer la desesperación de no ser capturada por las personas que la perseguían era más fuerte, aunque no lo suficiente para evitar que siguiera en el suelo. Una parte de ella me recordó a cuando Kenny me encontró, así que salí y espere a que sus persecutores aparecieran no tardaron demasiado y ese fue su error.»

Imagen: ©️a quien corresponda.

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora