📖CIENTO CUARENTA Y OCHO📖

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⚠️Advertencia de contenido⚠️
Este capítulo podría ser sensible para algunas personas, se recomienda leer bajo su propia responsabilidad.

P. O. V. KAI:

Tan pronto como había gritado una ráfaga de disparos perforaron la puerta y rompieron la ventana.

-¡Se los dije! - me queje en el suelo.

-¡Cállate, Ackerman! No es momento para eso. - me reprochó Carla.

Era verdad. No estaban disparando sin descanso. A lo lejos vi como Kikyō se alcanzaba a esconder debajo de la mesa detrás del sillón, donde de milagro ese viejo mueble podría detener algunas balas. Por su parte, Carla había reaccionado rápido y había jalado a Niggel hasta el suelo junto a ella.

-¡¿Ahora que hacemos?! - grito Kikyō.

Mi mente ya iba a mil por hora anticipando cada movimiento del enemigo. Seguramente dispararían hasta quedarse sin municiones y luego subirían para asegurarse de que nos mataron o nos hirieron a lo mucho.

-¡Carla! - grite por encima del ruido.

-¡Ya lo sé! - me respondió.

Como pudo, arrastrandose por el suelo, llego a la puerta junto a la ventana qué daba al cuarto de limpieza. Se levantó un poco y abrió la puerta con cuidado.

-¡Kikyō, Niggel, adentro, ahora! - les ordenó.

Las pausas entre cada oleada de disparos eran menos, ya no tardando se quedarían sin municiones.

-¡Muevanse! - les grite.

Kikyō y Niggel parecían en trance, pero tan pronto les gritamos siguieron el ejemplo de Carla y se acercaron a donde ella.

-¡Quédense aquí y no salgan por nada del mundo! - les ordenó nuevamente Carla antes de cerrarles la puerta.

Sabíamos que aquel cuarto no era el objetivo de las balas, por lo que estarían a salvo de ello; aunque, también, cuando entrarán nuestros atacantes, al menos tendríamos un único objetivo para proteger y no tendríamos la distracción de tener que movernos por todo el ligar siguiéndole el paso a Niggel y Kikyō.

-¡Carla! - volví a gritarle cuando la última pausa antes de la siguiente oleada fue más larga y la propia oleada fue menos que las anteriores.

-¡Ya sé! - me grito devuelta.

Apenas escuchamos como ningún arma volvía a accionarse, nos pusimos de pie.

-Nadie debe acercarse al armario. - comente.

-Intenta qué no te maten, Ackerman. - me respondió con un asentimiento.

-Lo mismo digo, Jeager.

Contaba los segundos qué pasaban. Escuchaba con claridad las pisadas de los primeros en subir y tenía una total claridad mental, como si el siguiente movimiento ya se me hubiera revelado.

-Solo espero no perder la cabeza... - susurre para mi mismo cuando la puerta se abrió de golpe.

Ni dos segundos después yo ya me había lanzado contra el intruso.

-¡Siguen vivos! - grito pese al puñetazo qué le había dado.

Carla atacó al qué venía detrás de el.

-¡Qué esperan! Vayan por ellos. - escuche la orden que venía desde abajo. ¿Dymytrie?

La voz me desconcentro, facilitando qué mi atacante me mandara a volar hasta el comedor. Chasquee la lengua, sentía un dolor agudo en la cabeza, me la había golpeado al caer.

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora