El sauce boxeador

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HARRY POTTER PERTENECE A J.K.ROWLING

Yo quiero leer ahora_ dijo Fred rodando los ojos ante las miradas sorprendidas de todos al querer por voluntad propia.

El sauce boxeador_ leyó, Harry y Ron leyeron al saber lo que vendría ninguno de los dos estaba ansioso por llegar a esa parte.

El final del verano llegó más rápido de lo que Harry habría querido.

Siempre es así_ gimieron todos los alumnos, menos los que ya terminaban el colegio, que se apenaron ante la idea de no volver a la escuela.

Estaba deseando volver a Hogwarts, pero, por otro lado, el mes que había pasado en La Madriguera había sido el más feliz de su vida.

Harry asintió en confirmación mientras todos los Weasley sonreían.

Le resultaba difícil no sentir envidia de Ron cuando pensaba en los Dursley y en la bienvenida que le darían cuando volviera a Privet Drive.

Eso borro las sonrisas de todos.

Será mejor que no te hayan hecho nada_ gruño Sirius.

Descuida_ dijo Harry_ además, después de ese verano, mi tío se tranquilizó un poco_ añadió sonriendo con malicia mirando a Sirius, pues sus tíos aun creían que era un asesino.

La última noche, la señora Weasley hizo aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluía todos los manjares favoritos de Harry y que terminó con un suculento pudín de melaza.

La mejor parte del verano_ dijeron los que habían disfrutado de esos banquetes.

Molly se sonrojo, pero sonrió.

Fred y George redondearon la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenaron la cocina con chispas azules y rojas que rebotaban del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de esto, llegó el momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama.

Parece un buen final de verano_ dijo Lavender sonadora.

El mejor_ dijeron los Weasley, Harry y Hermione.

A la mañana siguiente, les llevó mucho rato ponerse en marcha.

Por qué será_ pregunto Hermione con sarcasmo, su novio y hermanos le dieron sonrisas inocentes y se encogieron de hombros, haciendo que su madre rodara los ojos.

Se levantaron con el canto del gallo, pero parecía que quedaban muchas cosas por preparar.

Suele pasarme lo mismo_ dijo Dean, varios asintieron, siempre dejaban cosas para ultimo momento.

La señora Weasley, de mal humor, iba de aquí para allá como una exhalación, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma.

Todos se rieron al imaginar la escena.

Mi mama hace lo mismo_ dijo Seamus entre risas.

Algunos chocaban en las escaleras, medio vestidos, sosteniendo en la mano un trozo de tostada,

Los hermanos se sonrojaron cuando sus compañeros empezaron a reírse.

y el señor Weasley, al llevar el baúl de Ginny al coche a través del patio, casi se rompe el cuello cuando tropezó con una gallina despistada.

Eso aumento las risas, mientras Arthur mostraba una sonrisa tímida.

A Harry no le entraba en la cabeza que ocho personas, seis baúles grandes, dos lechuzas y una rata pudieran caber en un pequeño Ford Anglia.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora