El ojo de la serpiente

62 4 0
                                    

HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

A la mañana siguiente, todos se dirigieron al gran comedor para continuar la lectura, no podían creer que ya habían terminado con su pasado.

Muy, bien_ dijo el director después del desayuno_ quién quiere leer_ preguntó.

Lo haré_ dijo Poppy, recibiendo el libro.

El ojo de la serpiente_ leyó frunciendo el ceño.

Qué significa_ preguntó Daphne frunciendo el ceño.

Tal vez, le dejamos un ojo morado a Malfoy_ dijo Ron, pareciendo esperanzado.

No creo que sea eso_ dijo Harry con una risita.

El domingo por la mañana, Hermione volvió a la cabaña de Hagrid caminando con dificultad por la capa de medio metro de nieve que cubría los jardines. A Harry y a Ron les habría gustado acompañarla, pero la montaña de deberes había vuelto a alcanzar una altura alarmante, así que se quedaron de mala gana en la sala común e intentaron ignorar los gritos de alegría provenientes de los jardines, donde los alumnos se divertían patinando en el lago helado, deslizándose en trineo y, lo peor de todo, encantando bolas de nieve que volaban a toda velocidad hacia la torre de Gryffindor y golpeaban con fuerza los cristales de las ventanas.

Suena genial_ dijo Sirius_ pero es mejor que se queden haciendo los deberes, para tener las vacaciones libres.

Supongo_ suspiraron Harry y Ron resignados a perderse la diversión.

Al final valdrá la pena_ dijo Percy.

—¡Ya está bien! —estalló Ron, que finalmente había perdido la paciencia, y sacó la cabeza por la ventana—. Soy prefecto, y si una de esas bolas de nieve vuelve a golpear esta ventana… ¡Ay! —Metió la cabeza rápidamente.

Ron se puso colorado cuando todos estallarlo en carcajadas.

Pero que autoridad impones_ dijo Remus entre risas.

Casi tanto como Lupin cuando quería castigar a Black_ dijo Severus, recibiendo una mirada fulminante de Remus, mientras Sirius intentaba no reír.

Tenía la cara cubierta de nieve—. Son Fred y George —dijo con amargura, y cerró la ventana—. ¡Imbéciles!

Obviamente tenían que ser ellos_ dijo Angelina negando con la cabeza.

No eraos solo nosotros_ dijo Fred.

Solo tuvimos la suerte de que arrojamos justo cuando Ron salió_ asintió George.

Vamos Ron, nunca quisiste hacerle eso a un prefecto_ preguntó Ginny, Ron negó, pero nadie le creyó.

Hermione volvió de la cabaña de Hagrid poco antes de la hora de comer, temblando ligeramente y con la túnica mojada hasta las rodillas. —¿Y bien? —le preguntó Ron, que levantó la cabeza al verla llegar—. ¿Ya le has programado las clases?

Espero que si_ dijo Hermione.

Dudo mucho que lo hayas conseguido_ le dijo Fred.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora