El traslador

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HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Quién quiere leer ahora_ preguntó el director.

Lo haré_ dijo Harry, recibiendo el libro.

El traslador_ leyó.

Qué es un traslador_ preguntó un primer año.

Seguro sale_ dijo Harry_ imagino que leeremos el viaje a los mundiales_ añadió, emocionando a varios, ya querían llegar a ellos.  

Cuando, en la habitación de Ron, la señora Weasley lo zarandeó para despertarlo, a Harry le pareció que acababa de acostarse. —Es la hora de irse, Harry, cielo —le susurró, dejándolo para ir a despertar a Ron. Harry buscó las gafas con la mano, se las puso y se sentó en la cama. Fuera todavía estaba oscuro.

Por qué se levantaron tan temprano_ preguntó Dennis frunciendo el ceño.

Teníamos que alcanzar el traslador_ respondió Arthur_ había que caminar bastante para encontrarlo_ explicó.

 Ron decía algo incomprensible mientras su madre lo levantaba. A los pies del colchón vio dos formas grandes y despeinadas que surgían de sendos líos de mantas.

No podías decir que nos viste salir de las colchas_ preguntó Fred levantando una ceja hacia Harry.

Dos formas grandes y despeinadas es un poco ofensivo_ le dijo George.

Lo siento_ preguntó Harry con una sonrisa.

No te disculpes Harry_ dijo Bill_ no todos podemos ser descritos como guay_ se encogió de hombros ganándose malas miradas de los gemelos.

—¿Ya es la hora? —preguntó Fred, más dormido que despierto. Se vistieron en silencio, demasiado adormecidos para hablar, y luego, bostezando y desperezándose, los cuatro bajaron la escalera camino de la cocina.

Era demasiado temprano_ dijo Ron reprimiendo un bostezo.

Hubieras preferido perder el traslador_ preguntó Arthur, Ron negó rápidamente.

La señora Weasley removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y el señor Weasley, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino. Levantó la vista cuando los chicos entraron y extendió los brazos para que pudieran verle mejor la ropa. Llevaba lo que parecía un jersey de golf y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grueso cinturón de cuero. —¿Qué os parece? —pregunto—. Se supone que vamos de incógnito...

Eso provocó bufidos por todo el comedor.

Pensé que no había nadie que se tomara en serio lo de disfrazarse_ dijo Oliver recordando los campamentos que había visto.

Claro que lo hicieron_ dijo Fudge_ solo hubo algunos que no respetaron_ aseguró.

Si usted lo dice_ murmuraron varios.

¿Parezco un muggle, Harry? —Sí —respondió Harry, sonriendo—. Está muy bien. —¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? —preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo. —Bueno, van a aparecerse, ¿no? —dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo—, así que pueden dormir un poco más.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora