La nueva canción del Sombrero Seleccionador

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HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Quién quiere leer ahora_ preguntó el director.

Lo haré_ dijo Tracy, aceptando el libro de Sirius.

La nueva canción del Sombrero Seleccionador_ leyó.

Por qué es tan importante la canción del sombrero_ preguntó Remus frunciendo el ceño.

Tal vez hablaran del banquete de bienvenida_ dijo Tonks, también confundida.

Harry no quería que los demás supieran que Luna y él tenían la misma alucinación, si eso es lo que era, de modo que no volvió a mencionar los caballos; simplemente se sentó en el carruaje y cerró la portezuela tras él.

Oh Harry_ dijo Luna haciendo un puchero_ no era una alucinación.

Lo siento Luna_ dijo Harry con una sonrisita_ pero los chicos se preocuparían si les mencionaba los caballos.

Con todo, no pudo evitar mirar las siluetas de los animales que se movían detrás de la ventanilla. —¿Habéis visto a Grubbly-Plank? —preguntó Ginny—. ¿Qué hace aquí? No se habrá marchado Hagrid, ¿verdad? —A mí no me importaría —dijo Luna—. No es muy buen profesor.

Luna_ dijeron todos sorprendidos mientras Hagrid la miraba con dolor.

Lo siento, Hagrid_ dijo Luna con sinceridad_ pero, la forma en que llevas las lecciones no es la mejor_ explicó, lentamente_ podrías trabajar en un mejor programa_ sugirió, Hagrid asintió, luciendo pensativo.

—¡Claro que lo es! —saltaron Harry, Ron y Ginny, enojados. Harry lanzó una mirada fulminante a Hermione, que carraspeó y dijo: —Sí, sí… Es muy bueno.

No es tu culpa, Hagrid_ dijo Hermione ante la mirada de Hagrid_ apenas estas empezando y los limites que te puso la junta no ayudan.

Vere que puedo hacer diferente_ murmuró Hagrid.

—Pues a los de Ravenclaw nos da mucha risa —comentó Luna sin inmutarse.

Así_ preguntó Hagrid, las águilas se removieron, pero asintieron.

Las clases podrían ser mejores_ dijo Padma con suavidad_ podrías regresar a como fue la primera de los Gryffindor, esa nos gustó_ todos asintieron, Hagrid les dio una pequeña sonrisa.

—Se ve que tenéis un sentido del humor muy raro —le espetó Ron mientras las ruedas del carruaje empezaban a moverse.

Si supieras_ dijeron varias águilas, sonrojando a varios compañeros.

A Luna no pareció afectarle la tosquedad de Ron; más bien al contrario: se quedó mirándolo un buen rato como si fuera un programa de televisión poco interesante.

Luna se encogió de hombros cuando todos estallaron en carcajadas mientras Ron miraba mal a Harry.

Los coches, traqueteando y balanceándose, avanzaban en caravana por el camino. Cuando pasaron entre los dos altos pilares de piedra, adornados con sendos cerdos alados en la parte de arriba, que había a ambos lados de la verja de los jardines del colegio, Harry se inclinó hacia delante para ver si había luz en la cabaña de Hagrid, junto al Bosque Prohibido, pero los jardines estaban completamente a oscuras. El castillo de Hogwarts, sin embargo, se erguía ante ellos: un imponente conjunto de torrecillas, negro como el azabache contra el oscuro cielo, con alguna que otra ventana muy iluminada en la parte superior. Los carruajes se detuvieron con un tintineo cerca de los escalones de piedra que conducían a las puertas de roble, y Harry fue el primero en apearse. Se dio la vuelta una vez más para comprobar si había alguna ventana iluminada cerca del bosque, pero no distinguió señales de vida en la cabaña de Hagrid.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora