La noble y ancestral casa de los Black

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HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Quién va a leer ahora_ preguntó Albus.

Lo haré_ se ofreció Sproud, recibiendo el libro.

La noble y ancestral casa de los Black_ Narcissa sonrió mientras Sirius y Andrómeda hacían muecas, intuyendo lo que saldría en el capítulo.

La señora Weasley los seguía muy seria por la escalera. —Quiero que os vayáis directos a la cama, y nada de hablar —dijo cuando llegaron al primer rellano—. Mañana nos espera un día muy ajetreado. Espero que Ginny ya esté dormida —añadió, dirigiéndose a Hermione—, así que intenta no despertarla.

Hermione y Ginny compartieron una discreta sonrisa que por suerte Molly no notó.

—Sí, dormida, ya —murmuró Fred por lo bajo después de que Hermione les diera las buenas noches, y siguieron subiendo hasta el siguiente piso—. Si Ginny no está despierta esperando a que Hermione le cuente todo lo que han dicho abajo, yo soy un gusarajo… —

Parece que tienes un gusarajo por novio Hermione_ rió Ginny, haciendo que varios rieran ante la mirada ofendida de Fred.

Sabes perfectamente que no estabas dormida_ dijo Fred_ deja de reír, Hermione_ ella besó su mejilla, pero no se detuvo.

Muy bien, Ron, Harry… —les indicó la señora Weasley cuando llegaron al segundo rellano, señalando su dormitorio—. A la cama. —Buenas noches —dijeron Harry y Ron a los gemelos. —Que durmáis bien —les deseó Fred guiñándoles un ojo. La señora Weasley cerró la puerta detrás de Harry con un fuerte chasquido. El dormitorio parecía aún más frío y sombrío que la primera vez que Harry lo había visto. El cuadro en blanco de la pared respiraba lenta y profundamente, como si su invisible ocupante estuviera dormido.

La casa ya era lo bastante aterradora sin esa idea_ le dijo Ron a Harry.

Estamos acostumbrados a los fantasmas_ dijo Harry.

Pero dudo mucho que los fantasmas de esa casa fueran amigables_ dijo Astoria_ los cuadros no lo son.

No hay fantasmas_ aseguró Sirius.

Harry se puso el pijama, se quitó las gafas y se metió en la fría cama, mientras Ron lanzaba unas cuantas chucherías lechuciles hacia lo alto del armario para apaciguar a Hedwig y Pigwidgeon, que, nerviosas, no paraban de hacer ruido moviendo las patas y las alas. —No podemos dejarlas salir a cazar todas las noches —explicó Ron mientras se ponía el pijama de color granate—. Dumbledore no quiere que haya demasiadas lechuzas sueltas por la plaza porque dice que podrían levantar sospechas. ¡Ah, sí! Se me olvidaba… Fue hacia la puerta y echó el cerrojo. —¿Por qué haces eso?

Si Ron_ dijo Seamus_ por qué te encierras con Harry_ preguntó moviendo las cejas, haciendo reír a todos mientras los chicos se ponían muy rojos.

Si no hubieras interrumpido lo sabrías_ dijeron Harry y Ron fulminándolo con la mirada.

Era una simple pregunta_ dijo Seamus levantando las manos en rendición_ no hay por qué enojarse.

Si claro_ dijo Harry.

—Por Kreacher —aclaró Ron, y apagó la luz—. La primera noche que pasé aquí entró a las tres de la madrugada. Créeme, no es nada agradable despertarse y encontrarlo paseándose por la habitación.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora