El Ministerio de Magia

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HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Quién quiere leer ahora_ preguntó Albus.

Lo haré_ dijo Katie, recibiendo el libro.

El Ministerio de Magia_ leyó.

Al fina leeremos tu juicio_ dijo Daphne.

No lo creo_ dijo Harry pensativo_ de lo contrario tendría otro nombre_ varios asintieron decepcionados, y querían saber que pasó en ese juicio.

A la mañana siguiente, Harry despertó de golpe a las cinco, como si alguien le hubiera gritado en la oreja. Se quedó unos instantes tumbado, inmóvil, mientras la perspectiva de la vista disciplinaria llenaba cada diminuta partícula de su cerebro; luego, incapaz de soportarlo más, saltó de la cama y se puso las gafas. La señora Weasley le había dejado los vaqueros y una camiseta lavados y planchados a los pies de la cama.

Gracias por eso_ dijo Harry sonriéndole.

No hay por qué querido_ dijo Molly devolviéndole la sonrisa.

Vístete con cuidado_ dijo Astoria_ no puedes tener arrugas en tu ropa, juzgaran todos lo que hagas_ varios asintieron.

Harry se vistió. El cuadro vacío de la pared rió por lo bajo.

Si estaba vacío como es que rió_ preguntó Tracy.

Prefiero no saber_ contestó Harry.

Ron estaba tirado en la cama, con la boca muy abierta, profundamente dormido. Ni siquiera se movió cuando Harry cruzó la habitación, salió al rellano y cerró la puerta sin hacer ruido. Procurando no pensar en la próxima vez que vería a Ron, cuando quizá ya no fueran compañeros de clase en Hogwarts, Harry bajó la escalera, pasó por delante de los antepasados de Kreacher y se dirigió a la cocina. Se había imaginado que la encontraría vacía, pero cuando llegó a la puerta oyó un débil murmullo de voces al otro lado.

Claro que no la encontrarías vacía_ dijo Sirius_ teníamos que verte antes que te vayas.

Gracias_ sonrió Harry_ eso ayudó.

Abrió y vio al señor y a la señora Weasley, Sirius, Lupin y Tonks sentados a la mesa como si estuvieran esperándolo. Todos estaban vestidos para salir, excepto la señora Weasley, que llevaba una bata acolchada de color morado. La mujer se puso en pie de un brinco en cuanto Harry entró en la cocina. —Desayuno —dijo, y sacó su varita y corrió hacia el fuego. —B-buenos días, Harry —lo saludó Tonks con un bostezo. Esa mañana tenía el pelo rubio y rizado—.

Era demasiado temprano para el fucsia_ preguntó Seamus.

Mi cabello refleja mi animo_ dijo Tonks_ estaba demasiado cansada para un color tan brillante_ explicó.

¿Has dormido bien? —Sí. —Yo no he pe-pegado ojo —comentó ella con otro bostezo que la hizo estremecerse—. Ven y siéntate… Apartó una silla, y al hacerlo derribó la de al lado. —

Creo que ya todos entendieron que soy torpe_ dijo Tonks mirando mala Harry_ tienes que decir cada vez que tiro algo_ preguntó.

Le quita peso a la situación_ dijo Harry encogiéndose de hombros.

¿Qué te apetece comer, Harry? —le preguntó la señora Weasley—. ¿Gachas de avena? ¿Bollos? ¿Arenques ahumados? ¿Huevos con beicon? ¿Tostadas? —Tostadas, gracias.

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora