La historia del trio de oro

Caminos separados

HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Después de que los de primero a tercero se acomodaron, nada contentos por haber perdido los capítulos anteriores, el director ordenó que sirvieran la comida antes de seguir con la lectura.

¿Quién quiere leer ahora?, preguntó el director.

Lo haré_ dijo Dudley, levantando la mano, ganándose mirada horrorizada de su padre, por qué su madre aún estaba perdida en sus pensamientos.

Caminos separados_ leyó, frunciendo el ceño.

Qué quiere decir_ preguntó Hanna.

Creo que es cuando el ministro y yo decidimos no seguir trabajando untos_ dijo Albus, pensativo, mientras Fudge suspiraba ante lo que podría salir en el capítulo.

Dumbledore se levantó y miró un momento a Barty Crouch con desagrado. Luego alzó otra vez la varita e hizo salir de ella unas cuerdas que lo dejaron firmemente atado. Se dirigió entonces a la profesora McGonagall. —Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo con Harry? —Desde luego —respondió ella. Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabaría de ver vomitar a alguien.

Ojalá hubiera solo eso_ dijo Minerva apretando los labios.

Por qué tienes que pensar así_ preguntaron varios haciendo muecas.

Era lo que parecía_ dijo Harry rodando los ojos.

Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme. —

Por supuesto_ dijo Hermione_ si Crouch hacia algo, la profesora no dejaría nada que entregar al ministerio_ varios asintieron sonrojando a Minerva, aunque parecía complacida.

Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga —indicó Dumbledore—. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch.

Eso hizo que varios bufaran.

Qué pasó_ preguntó Amelia, al ver el sonrojo del ministro, pero nadie le contestó.

Si quiere algo de mí, dile que estará en la enfermería dentro de media hora. Snape se movió en silencio y salió del despacho. —Harry... —llamó Dumbledore con suavidad. Harry se levantó y volvió a tambalearse. El dolor de la pierna, que no había notado mientras escuchaba a Crouch, acababa de regresar con toda su intensidad. También se dio cuenta de que temblaba. Dumbledore lo cogió del brazo y lo ayudó a salir al oscuro corredor.—Antes que nada, quiero que vengas a mi despacho, Harry —le dijo en voz baja, mientras se encaminaban hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí.

Me alegra que se vaya a encontrar con Sirius_ dijo Amelia_ pero cuanto más tiene que pasar antes de que lo lleves a la enfermería, ya escucho la historia de Crouch, ahora debería ser atendido_ preguntó, sin parecer nada contenta con eso.

Solo un poco más_ dijo Albus tranquilizador_ aun necesitaba hablar con él_ añadió, haciéndola apretar los labios como si intentara no decirle al director lo que pensaba.

Harry asintiendo con la cabeza. Lo invadían una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: estaba contento de encontrarse así. No quería pensar en nada de lo que había sucedido después de tocar la Copa de los tres magos. No quería repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si fueran fotografías, que cruzaban por su mente: Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Cedric.. . muerto, Cedric pidiéndole que lo llevara con sus padres...