El Ejército de Dumbledore

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HARRY POTTER PERTENECE A JK ROWLING

Quién quiere leer ahora_ preguntó el director.

Lo haré_ dijo el ministro, muchos se sorprendieron, pero igual le pasaron el libro.

El Ejército de Dumbledore_ leyó alzando las cejas.

Ve, ministro_ preguntó Umbridge_ nuestras sospechas eran ciertas, estaba formando un ejercito_ le dijo mirando a Albus con una expresión triunfante.

Creo que escucharemos más sobre el grupo que gormaron mis alumnos_ dijo Albus rodando los ojos.

Estoy de acuerdo_ asintió Fudge, mientras Umbridge se ponía roja.

—La profesora Umbridge ha leído tu correo, Harry. No hay otra explicación. —¿Crees que fue ella quien atacó a Hedwig? —preguntó Harry, indignado. —Estoy prácticamente convencida de ello —respondió Hermione con gravedad —.

Ella lo hizo_ dijo Tonks_ me alegra que no esté tardando en aumentar la lista de sus crímenes_ añadió.

Yo no lo hice_ dijo Umbridge haciéndose la indignada, pero nadie le hizo caso.

Cuidado con la rana. Se te escapa. Harry apuntó con la varita mágica a la rana toro que iba dando saltos hacia el otro extremo de la mesa. «¡Accio!», exclamó, y la rana, resignada, volvió a saltarle a la mano. La clase de Encantamientos siempre había sido una de las mejores para charlar en privado con los compañeros; generalmente había tanto movimiento y tanta actividad que no había peligro de que te oyeran.

Tal vez sea hora de que ponga un encantamiento que me haga oír las charlas_ dijo Flitwick pensativo, preocupando no solo al trio sino a muchos de los alumnos.

Me parece que es una excelente idea_ dijo Sproud, el resto de profesores asintieron.

Están bromeando, verdad_ preguntó Harry.

Esperemos que si_ contestaron sus compañeros viendo con recelo la sonrisa inocente del profesor.

Aquel día el aula estaba llena de ranas toro que no paraban de croar y cuervos que graznaban sin cesar, y un intenso aguacero golpeaba y hacía vibrar los cristales de las ventanas, de modo que Harry, Ron y Hermione podían hablar en voz baja y comentar cómo la profesora Umbridge había estado a punto de atrapar a Sirius sin que nadie reparara en ello.

Aun no puedo creer lo cerca que estuvo_ dijo Amelia negando con la cabeza_ por suerte te diste cuenta_ añadió hacia Sirius.

Se necesitará más que esa mujer para capturarme_ dijo Sirius dándole una sonrisa tranquilizadora.

No te confíes_ suspiró Amelia.

No lo hago_ aseguró Sirius.

—Empecé a sospechar que la profesora Umbridge te controlaba el correo cuando Filch te acusó de encargar bombas fétidas, porque me pareció una mentira ridícula —prosiguió Hermione—. En cuanto hubiera leído tu carta habría quedado claro que no las estabas encargando, o sea, que no habrías tenido ningún problema. Es como un chiste malo, ¿no te parece? Pero entonces pensé: ¿y si alguien sólo buscaba un pretexto para leer tu correo? Esa habría sido la excusa perfecta para la profesora Umbridge: le da el chivatazo a Filch, deja que él haga el trabajo sucio y que te confisque la carta;

La historia del trio de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora