Capitulo 401

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Abro los ojos perezosa. Que bien se siente despertar a su lado y que guapo es. Apoyo mi mano en su mejilla y con el pulgar acaricio su mentón. La barba que asoma le hace más atractivo si cabe.

Hace un leve sonido a modo de queja por despertarle.

- Buenos días.

+ Buenas tardes serán.

Mira la hora en su móvil. Casi las 2.

- Buenas tardes.

Me roba la primera sonrisa del día.

+ ¿Has dormido bien?

- Chi. ¿Y tú?

+ He dormido bien y he amanecido mejor.

Me cuenta remolón.

- ¿Sabes como he amanecido yo?

Se encoge de hombros.

- Caliente.

Una carcajada resuena por toda la habitación.

+ Tu no te cortas ni na'.

- Son las hormonas.

Culpo al embarazo. De momento solo siento náuseas y mucho cansancio, pero he oído que muchas mujeres se ponen cachondas de más, y conociéndome, pocas dudas tengo de convertirme en una de esas.

+ Pues vamos a tener que solucionarlo.

Propone encantado. Atendiendo primero mis labios, y luego dedicándole toda la atención a cada trocito de piel que va encontrando. Nuestras prendas que hace nada nos vestían adornan al azar los diferentes rincones del habitáculo que se convierte en el único testigo del juramento de amor que volvemos a prometernos haciéndonos uno. Sus manos me recorren, su boca me estremece y es él quien encarga de hacerme llegar al paraíso.

Narra Gaby

+ ¿Quieres ir a comer por ahí o pedimos servicio de habitaciones?

No suele salir mucho en las ciudades donde se presenta. Que la paren todo el rato es un asegurado y regalarle material a la prensa rosa también.

- No sé. ¿Tu que quieres?

Pregunta desde el baño. Nos hemos duchado juntos pero ella se tarda el doble que yo en estar lista.

+ Me apetece salir un poco, pero entiendo que prefieras quedarte.

- No, vamos.

+ ¿Estas segura?

- No.

Reímos por su honesta indecisión.

- Que va. Ahora si. Mañana cuando Sol me envíe las fotos que nos habrán hecho me voy a lamentar.

+ No se hable más.

Si nos lo pensamos demasiado acabaremos por pasar entre estas cuatro paredes las pocas horas que tenemos antes de regresar a Madrid. Nos hará bien tomar el aire.

Cogidos de la mano dejamos clavadas nuestras huellas en la arena húmeda. El vaivén del mar moja nuestros pies y nosotros disfrutamos como críos de la playa.

- Cielo, estoy esmaya'.

+ Pero si hace nada terminamos de comer.

La miro gracioso.

- Yo no comí mucho.

Se excusa inocente. Es verdad que se encontraba algo revuelta y ha dejado la mayor parte de su porción en el plato, pero no me debe explicaciones. Si tiene hambre, habrá que alimentarla.

+ Vamos a algún bar.

- Quiero un helado.

Me mira como si fuese una niña pidiendo permiso y luego se echa a correr hacia la heladería.

+ Eres un caso perdido.

Me río persiguiéndola. No me cuesta demasiado alcanzarla y al hacerlo aprovecho de hacerle algunas cosquillas en los costados. Su risa fresca mezclada con las olas que rompen a pocos pasos de nuestros pies se convierte en la única música que deseo escuchar.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora