Capitulo 475

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Narra Malú

Abro los ojos pronto. Los nervios no me han dejado dormir demasiado y decido levantarme con el despertar del sol.

Lo primero que me encuentro del otro lado de la cama es a él. Le miro y sonrío. Duerme como un ángel, con semblante relajado y lleno de paz.

En pocas horas estaremos casados bajo la ley. No quiero moverme de su lado. Nunca.

+ Buenos días.

Su voz ronca confirma que mis caricias en la mejilla le han desvelado.

- Si lo son.

+ Como sea mejor que la noche.

- Lo siento, ¿no te he dejado dormir?

El insomnio me tuvo dando vueltas por la cama.

+ Está noche seré yo quien no te deje dormir.

Se inclina a darme un pico.

+ Tendremos que celebrar nuestra noche de bodas como merece.

- Acepto.

+ ¿Solo aceptas?

- Acepto encantada.

+ Voy a hacerte mía hasta que se te acaben las fuerzas.

- Soy tan tuya que me da miedo olvidarme de ser mía.

Vuelco mi corazón a él. Sin hablar del sexo, sino que todo de mí, mi cuerpo, mis sentimientos, mis pensamientos. Soy completamente suya.

+ Jamas dejaría que te olvides de ser tuya.

Acaricia mi mejilla y coloca dulcemente un mechón de pelo tras mi oreja.

+ Me enamoré de ti por ser tu misma.

- Lo sé.

Le beso con ganas.

+ Espérame aquí.

Me pide incorporándose.

+ Voy a traerte el desayuno.

Sale con prisa se la habitación, dejándome con una sonrisa tonta. Siempre he adorado desayunar en la cama, y Gaby se empeña por hacer todo lo que me hace feliz. Lo que no sabe es que mi felicidad es él.

+ Café, zumo y tostadas para la novia más guapa de todo el mundo.

Regresa pocos minutos después con una bandeja. Pasamos menos de una hora entre risas y arrumacos.

- Ahora vete.

+ ¿Y si no quiero?

- Te vas sin quererlo, que aquí la jefa soy yo.

+ Mira si serás mandona.

- Claro, hay que saber hacerse de valer en un mundo de hombres.

+ Ya.

- Tira, anda.

+ Me apetece ver como te pones más guapa si cabe.

- Lo haré.

Prometo.

- Pero tú vas a verme en el ayuntamiento.

+ Que mala eres.

Sale poniendo morritos.

- Oye.

Le llamo.

+ Ya sabía yo que ibas a cambiar de opinión.

- De eso nada.

+ ¿No te apetece ducharte conmigo?

- Suena tentador.

Sonríe triunfal.

- Pero hacerte de rabiar es más tentador aún.

Esta vez lo hago yo.

+ ¿Qué ibas a decirme, jefa?

Río, nunca me llama así, pero ahora mismo alude a mi posición autoritaria. Quiero sorprenderle cuando me vea lista.

- Que te quiero.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora