Capitulo 535

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+ Me he encontrado con el repartidor al llegar.

Anuncia gracioso, entrando en la habitación y me enseña la cena que trae en una bolsa. Huele que alimenta.

+ Mamá ha preparado una lasaña buenísima.

La pone frente a mi. El se ha ido a casa para estar con las chicas y dejar dormidas a las más pequeñas antes de volver a pasar la noche con nosotras.

- Tu madre tiene el cielo ganado.

Ataco el alimento como una leona hambrienta. Me es imposible probar la comida de hospital, es demasiado insípida para alguien que le gusta comer tanto como a mí.

P: Yo ya me voy.

Mamá besa mi frente. Puedo ver el agotamiento en sus ojos. No se ha movido de aquí desde que llegamos ayer, con contracciones y miedo. Luego acaricia la mejilla de Sofía y se despide también de su yerno.

- Gracias por todo, mami.

P: Ni las des.

Sonríe dejándonos solos.

- Ven aquí.

Le hago sitio a mi lado.

- ¿Te apetece?

Acerco el tenedor a su boca. Se aleja riendo.

+ No, he cenado con las chicas y ya sabes cómo es mi madre, me sirvió una porción para saciarme por cinco días.

Exagera.

- Esta de muerte.

Relamo mis labios.

+ Por fin un poco de silencio.

Con un gesto le doy la razón. Disfruto de la compañía del hombre de mi vida. Las visitas no cesaban. Familiares y amigos han querido pasar a felicitarnos y conocer a nuestra princesita.

+ Es hora de que esta pequeña conozca a papá.

Sonríe cogiéndola.

+ Que hoy se ha pasado por los brazos de todos, menos los míos.

Apoya su nariz en la mejilla de nuestra hija. Es una estampa preciosa que no me cansaría de mirar nunca.

- Eres un exagerado.

+ Que va, no me hagas hablar mal de tu madre.

Se queja risueño. No puedo evitar contagiarme de sus carcajadas. La Pepi apenas a cedido a la niña a nadie. Sus brazos han sido la cuna de Sofía.

Un cómodo silencio inunda la habitación. Ambos miramos embelesados a esta personita que es el fruto de nuestro amor. No me creo que hace solo unas horas estaba dentro mío, y ahora solo nos queda ponerle los brazos para cuando decida aprender a volar.

+ Te quiero.

Entrelaza nuestros dedos.

- ¿Te crees todo esto?

Pregunto reflexiva. Nuestra historia empezó en una camilla de hospital, y hoy estamos igualmente en una, con nuestra hija entre nosotros.

+ Los sueños se cumplen.

Se encoge de hombros, y me mira transmitiéndome tanto que siento como un escalofrío me recorre.

Me aferro a su cuerpo. Le quiero tanto.

+ Tengo hambre, mami.

Dice con voz infantil, "traduciendo" el llanto de Sofía, que ha interrumpido nuestro íntimo momento.

- Ven aquí.

La recojo del refugio más seguro que existe, los brazos de su padre, para acomodarla en mi pecho. Que sensación más bonita. Noto como Gaby no aparta la mirada de nosotras. Yo tampoco puedo apartarla de ella.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora