Capitulo 459

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Aparco en el parque que me citó Patricia. Una vez más aquí. Es otra vez el mismo. Se me hace tan frío, y no es por culpa de las temperaturas, que son cada día más bajas. Dentro de una semana octubre dará paso a noviembre, y el invierno parece querer entrar pisando fuerte.

No he vuelto aquí desde entonces, desde aquella tarde que la conocí. Demasiados recuerdos traumáticos, imágenes que se aglomeran en mi cabeza, por más que intente fingir que no están ahí, pegan fuerte, como bofetadas. La cara de miedo de Alba. La forma en que temblaba mi cuerpo, al igual que ahora, presa del miedo. Miro a mi alrededor. Aún no ha llegado, y yo... Yo prefiero esperar en el coche. Por más absurdo que parezca, me hace sentir protegida, o al menos, un poco más que estando a la intérprete.

+ "¿Dónde estas, pequeña?"

La pantalla de mi móvil se ilumina. He venido aquí sin avisar a nadie. Era la única condición que Patricia ponía para vernos. Además de recuperar los pendientes de Erika, he venido por algo verdaderamente importante. Me ha amenazado con hacer daño a Alba si no lo hacía, y jamas permitiría que lastime a mi hija. Ni Patricia, ni nadie.

- "Salí a dar un paseo"

Escribo sin mayor explicación. Solo espero que Patricia no me haga daño y pueda volver a casa junto a él, mi chico, y a ellas, mis hijas. Necesito sentarme junto a ellos, mi familia, en la calidez de nuestro salón. Es tanto lo que me espera... tantos "míos" que tiemblo con la mera idea de pensar en no volver a verles.

¿Qué hago aquí? Me reprocho por no hacer las cosas de otra manera. Aunque ya es demasiado tarde para cambiar de opinión.

+ "Te alcanzo. ¿El recorrido de siempre?"

Decido ignorar su mensaje. Estoy demasiado nerviosa como para escribir. Y prefiero dejarle en alerta. Si no me encuentra allí en pocos minutos, y algo llega a pasarme, sabrá que tendrá que ir a por mí, donde sea que se le ocurra buscarme.

- Sé valiente, Malú.

Me ordeno a mi misma, es una exigencia, no un pedido.

Lleno mis pulmones de oxígeno antes de bajarme del coche. En el centro de aquel parque puedo reconocer su silueta. Suelto el aire que he retenido y camino a paso firme. Ella no debe notar que vengo aterrada.

El viento hace chocar mi pelo contra mi cara, y algunas gotas empiezan a caer. No podría ser de otra manera. El cielo siempre ha conocido mi interior y tiene la extraña manía de reflejarlo en los momentos que más intenso se siente el miedo.

Voy dando pasos que probablemente cavarán mi propia tumba, y no puedo detenerles.

Quiero confiar en el, porque es mi único brote de esperanza. Necesito creer que mi chico sabe que únicamente podría salir a dar un paseo un día como hoy, si las cosas fuesen mal, verdaderamente mal, y un nudo en el pecho me indica que así es como irán.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora