Capitulo 492

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J: Hay costumbres que no cambian.

Me sobresalto al escuchar a mi hermano.

J: Y la tuya de salir a pensar al frío en estas fechas es una de ellas.

Dice gracioso.

J: Como si faltaran habitaciones en la casa.

- Me gusta este jardín.

Me encojo de hombros.

J: Muy desaparecida has estado tú hoy.

- Estaba durmiendo a Lucia.

Son casi la una de la madrugada y la enana estaba dando demasiada guerra, los ojitos se le cerraban solos pero no quería perderse de la fiesta, por lo que la he subido y no ha tardado en caer rendida.

J: Ya, y no me digas que antes estabas durmiendo a Gaby.

Explota en una carcajada provocando que se me suban los colores. Será cabrón.

- Estábamos hablando.

J: Si a un polvo fugaz le llamas hablar... yo también he "hablado"

Marca las comillas con sus dedos.

J: Con Adri en comidas familiares.

- Que interesante se pone esta charla.

Me descojono.

- Cuéntame más de tus ausencias.

Pido muerta de risa.

J: Que va, si tampoco hay mucho que explicar, ¿no?

- No sé, igual habéis hecho a la niña en el cumpleaños de mamá o de tu suegra.

Le vacilo descarada refiriéndome a mi sobrina de dos años.

J: ¿Y tú te crees que yo voy a decírtelo?

- Lo tomaré como un sí.

J: ¿Y Sofía?

- No lo sé.

J: ¿Algún camerino quizá?

- Puede.

Admito jocosa. No lo confirmo ni desmiento, me doy el lujo de presumir de muchas noches de amor gastándonos la piel con mi chico.

J: Bueno venga, cuéntame de que va la reflexión este año.

- Todavía no he acabado, me has interrumpido.

Protesto divertida.

J: Espero que estes pensando en todo lo bonito que tienes.

- Mucho.

J: ¿Recuerdas hace dos años, cuando hablamos aquí?

Niego. Vaya memoria de pez tengo. El año pasado estuvimos con la familia de Gaby y la charla a la que apela mi hermano me encontraba soltera y en un mal momento.

J: Estabas jodida con lo del pie.

Refresca mi memoria.

J: Y no sé si lo veías todo negro por eso, o verdaderamente te sentías tan desesperanzada como hablabas, pero te quejabas de venir siempre sola a las comidas familiares, me preguntabas si te llegaría el momento de encontrar a la persona que te hiciera feliz.

Mis manos viajan solas hasta mi vientre, dejando caricias allí. No recuerdo la charla, pero si mis sentimientos.

Por aquella época Gaby me gustaba mucho. Creía que estaba casado. No sabía nada de él y aún así  me tenía loca. No me equivocaba cuando pensaba que podía ser muy feliz a su lado. Lo soy.

J: Y mira quien está hoy aquí, con una familia preciosa y una barriguita que no puede sentarle mejor.

- Es increíble como puede cambiarte la vida en dos años.

J: Te mereces ser feliz, canija.

Deja un beso protector en mi cabeza.

- Te quiero mucho, José.

J: Yo también, pero vamos dentro, anda, que hace un frío de cojones.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora