Capitulo 567

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Rodeo su menudo cuerpo por la espalda y dejo un beso en su mejilla.

+ Niñas dormidas.

Anunció triunfal refiriéndome a Camila y Lucía. De la más pequeña se ha ocupado ella, pero se la veía súper relajada después del baño que le ha dado.

+ Ven aquí.

La guío hasta el jardín tirando de su mano. He colocado en el bordillo de la piscina las velitas que tenía ella decorando nuestra bañera. Su sorpresa prometía ser más íntima, pero la rabieta de Lucía ha jodido sus planes y conseguido ponerla de mal humor. Yo voy a ocuparme de que esta noche sea incluso más mágica de lo que ella imaginaba.

+ Tendrás una playlist preparada.

Me adelanto sacando en un ágil movimiento su móvil del bolsillo trasero de sus vaqueros.

- Sí.

Sonríe de medio lado. Ocupándose ella misma de la música que acompañará nuestra velada.

+ Perfecta.

Confirmo escuchando la primera canción.

+ Baila conmigo.

La giro con suavidad. Una risa fresca escapa de su boca llenándome de vida.

- Mis planes no eran estos cuando buscaba canciones esta tarde.

Susurra traviesa.

+ Lo sé.

Aseguro.

+ Imagino que habrás querido follar en la bañera hasta quedarnos sin fuerzas.

- Puede. Aunque la cama entraba en el plan.

Reímos llenos de complicidad.

+ Ya, pero no me acuerdo cuando fue la ultima vez que bailamos un lento tú y yo, y eso no está bien.

Advierto. Mucho tiempo ha pasado desde entonces.

+ Vamos a bailar.

Nos fundimos entre besos y movimientos sutiles balanceando nuestros cuerpos al compás. Cerquita, muy cerquita, como tanto nos gusta.

+ Me muero por desnudarte y hacerte mía aquí mismo.

- Hazlo.

No opone resistencia. Los dos tenemos muchas ganas. Hace tanto no nos convertimos en uno.

Sin dudarlo dejo un reguero de besos que va desde su boca hasta su cuello, sin dejarme un solo trocito de piel sin atender. Me atrevo a dejar alguna marca por ahí y paseo mis manos por sus curvas. Vaya diosa del Olimpio tengo como mujer.

- Para.

Súplica excitada. Apenas le sale un hilo de voz.

- No podemos.

Me detengo a regañadientes. No entiendo su negativa, si ya me ha dicho que Eva le ha permitido el sexo y estoy más cachondo que un adolescente en su primera vez.

- Alba.

Es ella la que pone algo de cordura a nuestro desliz. Las pequeñas duermen, pero tenemos una hija adolescente que nos impide hacer el amor en cualquier rincón de la casa.

- Llévame a nuestra habitación.

Ordena con lascivia.

La levanto sujetándola por el culo. Sus piernas rodean mi cintura y sin separar sus labios de los míos avanzo entre trompicones a nuestro nido de amor.

A: ¿Mamá?

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora