Capitulo 586

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Me pongo en cuclillas para estar a su altura.

- Cielo, Sofi es muy pequeñita, por eso a ella la llevé conmigo, pero yo os quiero a las cuatro por igual.

Explico. José me hace una señal, avisando que entrará a la más chiquitina que duerme en el carrito, así Cami y yo podremos hablar más tranquilas y en casa sabrán que ya estamos aquí. Agradezco el gesto y vuelvo a centrar toda mi atención en la mirada triste de mi ángel.

~ ¿No quieres más a Sofía?

Corrobora inocente la información que acabo de darle.

- No, claro que no.

~ ¿Ni un poquito más?

- Nada de nada.

Beso sus mejillas y la atraigo para abrazarla fuerte.

- Vosotras cuatro sois lo más importante para mí.

Prometo sin soltarla.

~ Y papá.

Refresca mi memoria. Siempre se los digo.

- Y papá...

Repito.

- Cami, por más que tengas dudas, te enfades con tus hermanas o sientas que ocupen tu lugar. Por más que te apetezca estar conmigo, con papi o quien sea, no puedes escaparte de casa.

Le hablo calmada, pero firme.

- Si necesitas ayuda, debes pedírsela a un adulto.

Remarco.

- Podría haberte pasado cualquier cosa.

Insisto.

~ ¿Me perdonas?

Se disculpa entendiendo que la que ha liado.

- Vamos dentro, anda, que hace fresco.

~ ¿Puedo dormir contigo?

- Vale.

Sonrío revolviendo su pelo.

- Solo esta noche.

+ Por Dios, por fin estáis aquí.

Gaby suelta el aire retenido desde hace horas, aupando a Cami y llenándola de besos.

- No la regañes.

Susurro de puntillas en su oído uniéndome al abrazo en el que se han fundido. Creo que ha sido suficiente con la charla que yo he tenido. Lo que necesita es atención, no que le sigamos echando la bronca.

Alba no tarda en aparecer, sumándose a nuestro momento. Las otras dos duermen, pero es una bonita estampa familiar, a pesar de todo.

Los bostezos de Camila son cada vez más seguidos, por lo que decido que es hora de que se ponga el pijama y luego cumplir mi promesa de dormir con ella. Ambas hemos tenido un día largo y cansado, demasiadas emociones que reflejamos de maneras opuestas, ella cae frita nada más tocar mi almohada, yo en cambio, creo que no podré pegar ojo.

Pasa un rato cuando escucho a Gaby entrar en la habitación. Arropa a Sofía que descansa en su cuna y puedo sentir su mirada clavada en nosotras. Estamos demasiado cerca como para distinguir en cual de las dos se fija.

+ Cariño.

Musita tumbándose en su lado de la cama. Mantengo los ojos cerrados, fingiendo estar dormida. No me apetece hablar con él. No, ahora no.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora