Capitulo 483

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Narra Gaby

+ Casi la lías parda.

Beso la filosofía que tiene tatuada en la nuca. Me he colado en su ducha.

- Lo siento, es que estoy súper sensible.

De primeras se sobresalta al ser invadida, pero luego parece apreciarlo. Se gira y busca mi protección, apoyando su carita en mi torso y dejándonos empapar por el agua caliente que tan bien nos sienta.

- Gracias.

La aparto con delicadeza por los hombros para mirarla.

- Por hacerme tan feliz.

+ Tu me haces feliz a mí.

Prometo. Me enloquecen sus maneras. Mis ojos la recorren, no puedo evitar recrearme contemplando las vistas, y al mismo tiempo, valorar a la gran mujer que tengo conmigo. El deseo me carcome.

+ Déjame agradecértelo.

Le pido.

+ Déjame demostrarte que te amo, que quiero hacerte feliz toda la vida.

Le ruego. Mis manos ya vagan por su cuerpo, mi nariz se pierde en su aroma, y mis labios buscan sus besos.

- Hazlo.

Ordena con un hilo de voz, aseguraría que está tan excitada como yo.

Mi boca devora sus pechos. La suya muerde el lóbulo de mi oreja, dejándome oír un "no pares" casi mudo.

Mis besos recorren el mapa de sus lunares, los suyos me hacen perder toda la calma.

Mis brazos la sujetan con firmeza, los suyos me rodean haciéndose un nudo en mi espalda, que en nada será arañada.

Mis piernas buscan abrirse paso entre las suyas, que se anclan a mis caderas. Nuestros cuerpos bailan al compás, consiguiendo hacer magia.

- ¡Ahg!

El quejido de placer que se le escapa me permite correrme justo unos segundos después que ella.

+ Te amo.

Susurro aún en su interior, para luego ayudarla a apoyar los pies en la bañera. Cargarla con cinco meses de embarazo empieza a ser más difícil.

- Dios, yo si te amo.

Promete. Aún no recuperamos el aliento.

- Ha sido de los mejores polvos.

Asevera exhausta, rodeándome en un abrazo lleno de ternura. A mi me cuesta elegir. Cada vez que me libero dentro suyo la plenitud toca a mi puerta.

+ ¿Te lavo la cabeza?

Asiente con los ojos cerrados. Parece seguir disfrutando de nuestro momento, por lo que decido mantenerme en silencio apegándola mas a mí. No quisiera molestarla si lo que le apetece es quedarse así algunos minutos más.

Ronronea, haciéndome sonreír. Lo hace de forma natural cuando está muy a gusto. Me alegra conseguir eso. Los minutos pasan, y nosotros nos enamoramos más si cabe.

- Parezco viejita.

Me enseña sus dedos, llena de inocencia.

+ Se nos ha ido el tiempo.

Admito. Llevamos más de una hora bajo el agua.

- Vamos fuera, nos ponemos el pijama y buscamos algo en la televisión.

Obedezco. ¿Quién soy yo para contradecirla? Si lo que más me gusta en el mundo es atender a sus caprichos.

No tardamos demasiado en acurrucarnos en el centro de nuestra cama. Las persianas aún abiertas nos permiten ser testigos de la belleza que desprende Madrid nevada, nuestros cuerpos en contacto apartan el frío de la ciudad y nuestros corazones laten al unísono.

Acabamos por poner una película de amor que no vimos, porque estábamos ocupados queriéndonos, y sin darnos cuenta, ambos caímos rendidos, en un sueño tranquilo, un lujo que no teníamos hace mucho tiempo.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora