Capitulo 592

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+ ¡Hostias!

Se lleva una mano al pecho.

- Lo siento, no quería asustarte.

+ Es tarde, vamos a dormir.

Contesta escueto.

- Perdóname.

Me mira por un instante y sigue cambiándose.

- Joder, Gaby, lo he hecho fatal, pero es que...

+ Buenas noches, Malú.

Interrumpe tumbándose en la cama. Dándome la espalda.

- Que te den.

Farfullo indignada.

+ Ya me jodería comportarme como una niñata gilipollas y luego ponerme a insultar sin reparo.

Coge su almohada, dispuesto a dormir en la habitación de invitados.

- Te he dicho que quería que hablemos.

+ ¿Y que te hace pensar que las cosas deben hacerse como y cuando a ti te apetecen?

Me mira con desdén.

+ Llevó días aguantando tus malas caras, tus reproches mudos... te escaqueas para apenas vernos, ¿y ahora te apetece hablar?

Pregunta irónico.

+ Pues a mi no.

Asevera.

+ Estoy cansado y tengo que madrugar. Que no me hayas dicho en la cara que fue mi culpa que Camila se escapara no significó que disimulaste tu acusación.

- He sido injusta.

Admito avergonzada.

+ ¿Injusta?

Ríe sarcástico.

+ No has sido injusta, Malú. Has sido cruel.

Sentencia.

+ En ningún momento te detuviste a pensar que yo también me culpo por lo que pasó, ¿no?

- Sí que lo hice.

+ No se notó.

Asegura.

+ Ni que valoraras que tardé un par de horas en avisarte, porque tenía la esperanza de encontrarla y que tú pudieras quedarte en Valencia, a sabiendas que para Cami no hubiese sido fácil tenerte lejos y YO me hubiese ocupado de contenerla.

Remarca.

+ Que me sentí solo, cuando esperando tu apoyo, encontré tu frialdad.

Sus palabras imbuidas en dolor me calan dentro.

- Yo... lo siento.

Prometo haciéndome pequeñita.

+ Me valen tus disculpas.

Una lágrima resbala por mi mejilla ante su seca aseveración.

+ Haces daño y eso no se arregla con dos palabras vacías.

- No están vacías, joder.

Me exaspero y levanto la voz, cautelosa de no despertar a Sofía que duerme en su cuna a mi lado.

- Metí la pata.

Reconozco.

- Me vino grande y no supe estar a la altura.

Limpio mis mejillas con el filo de mi mano.

- Pero sí pensé en que tú te culpabas por lo de Cami, y también pensé, y sigo pensando.

Rectifico.

- Que fue un accidente y le podría haber pasado a cualquiera.

Sorbo la nariz.

- Que eres un padre estupendo y que mi error fue no saber callar esa parte de mi que te culpabilizaba.

Sollozo.

- Pero mis disculpas no están vacías, Gaby...

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora