Capitulo 599

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Narra Gaby

- Jaja, que te esperes a llegar a casa.

Ríe cuando mis labios atentan contra su cuello deseando devorarla. El camino de vuelta al coche lo vamos haciendo por pequeñas calles llenas de vida nocturna, divirtiéndonos como dos adolescentes. Todo el mundo va a su bola y nadie parece reconocer a la mejor artista de nuestro país disfrutando de una velada romántica.

- Que ya no tenemos quince años.

Otra vez su risa. Esta vez en mi boca.

+ ¿Qué, después de los quince ya no podemos comernos los morros?

- Pues no así, frente a todo Dios.

+ Tendrás que dejar de besarme.

La reto. Nuestros labios se atraen como polos opuestos.

- Eres tu el que me esta besando.

Se defiende.

+ No párese molestarte.

- ¿No?

+ No.

- Es que casi no los siento.

Me mira pícara.

- Igual estás muy flojito. Apenas me rozas.

En un ágil movimiento la apoyo sobre el coche. Ya hemos llegado. Mi cuerpo sobre el suyo, bien cerquita le demuestra que estoy listo para ella. Aunque si soy honesto, tendría que confesarle que solo con mirarla podría correrme. Esta preciosa.

+ ¿Necesitas más roce, guapa?

Pregunto chulo al sentir sus pulsaciones dispararse. Un gemido muere en mi oído, cuando con los dientes me tira del lóbulo derecho.

- Llévame a casa.

Ordena. Le doy un último beso antes de rodear el vehículo y obedezco. ¿Quién soy yo para negarme a cumplir su voluntad?

El trayecto promete ser largo para nuestros cuerpos llenos de deseo que se provocan con miradas y susurros libidinosos. A veces, sumergidos en la rutina, olvidamos lo importante que es destinar tiempo a nosotros. A reír, a picarnos, a seducirnos para acabar extasiados y luego sellar el amor más sincero con mimos y caricias.

+ No sabes las ganas que te tengo.

Prometo subiendo las escaleras a trompicones. Mi corbata se ha perdido por ahí, al igual que sus tacones. Si no fuese porque puede aparecer alguna de las chicas, le haría el amor en el sofá. Llegar a nuestra habitación me parece un recorrido demasiado largo para nuestro ardiente deseo.

- ¿Quién coño es?

Pregunta de mala gana cuando el sonido de mi móvil interrumpe nuestras alteradas respiraciones.

+ Quien sea, tendrá que esperar.

Sentencio decidido, apagándolo sin siquiera mirar de quién se trata.

Sigo con el reguero de besos que iba dejando desde su cuello hasta apoderarme de su pezon. Uno lo atiendo con mi boca, mientras el otro se endurece con mis dedos pellizcándole. Malú jadea excitada, y yo me vuelvo loco con cada gemido.

Su móvil insistente desea cortarnos el rollo sin más. Ya son varias las perdidas.

- ¿Quién es?

Pregunta con voz ronca al no reconocer el número. Suspira cuando introduzco mis dedos en su interior antes de que ella consiga una respuesta.


Quien creéis que llama y por qué insiste tanto?

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora