Capitulo 450

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- Estoy súper cansada.

Se desploma graciosa en el pasto. A pesar de estar en octubre las temperaturas nos acompañan y hace un día precioso. Hemos recorrido la ciudad andando desde temprano por la mañana, y tras visitar varios sitios emblemáticos, decidimos pasar por el mercado central para abastecernos. Dana me ha dado la idea de hacer un pic nic en los jardines de Boboli, ella lo hizo cuando estuvo aquí con su familia, y a Malú le pareció un plan estupendo.

- ¡Que hambre!

Ataca las bolsas que traigo. No pensaba dejar que sea ella la que cargue. Como era de esperar, se ha emocionado viendo tanta comida característica y ha comprado para "degustar" en un solo almuerzo lo que podríamos comer durante los seis días que estaremos aquí.

- Dame un poco de eso, anda.

Río. Parece una niña. Tiene la boca llena de queso y ha sido sacar el pan de la bolsa y ver sus ojos abiertos como platos. Se relame los labios y me arranca de las manos el cacho que iba a darle.

+ Tranquila fiera.

- Madre mía, Gaby, yo aquí me voy a empachar.

+ Ya lo creo.

- Es que está súper rico.

+ Pero que no se acaba, tranquila... como sigas así te vas a atragantar.

- Es el bebé.

Posa su mano en la barriga.

- Que hemos andado muchas horas y ahora me pide alimento.

Me acerco con cautela a la altura de su tripa, y en un susurro le hablo a nuestro hijo, asegurándome que su madre oiga lo que digo.

+ Aún no naces y mamá ya te culpa de todo.

La miro fugaz, con una sonrisa pícara.

+ No tienes de que preocuparte, cielo, cuando seas mayor y te siga culpando por las trastadas que hagas, yo me voy a acordar de estos momentos y voy a defenderte.

Con un gesto de negación la veo contener la risa.

+ Que mamá es muy pesada.

- Basta ya.

Se descojona. Sabe que llevo razón en cada una de mis palabras.

- ¿Me vas a querer cuando me ponga gorda?

Pregunta inocente, llevándose una aceituna a la boca.

+ No lo creo, bonita.

Finjo seriedad.

+ Sabes que me enamoré de ti por lo guapa que eres, y como sigas comiendo así...

Su cara es un cuadro. Necesito seguir con la broma, pero su expresión me hace explotar en una carcajada que podría ser oída hasta en Madrid.

- Eres tonto.

Con fuerza me lanza un cacho de pan en la cara.

+ ¡Bruta! Me has hecho daño.

Llevo mis manos al ojo izquierdo.

- Lo siento.

Se disculpa apurada.

- No quería tirarlo tan fuerte. ¿te encuentras bien?

Se acerca a mi, intentando verme. Ágilmente la abrazo riendo, dejándome caer con ella sobre mi cuerpo.

- ¡Imbecil!

+ Te quiero, agonías.

La beso consiguiendo apaciguarla. Sonrío al notar como se deja hacer. Los mimos nunca fallan.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora