Capitulo 428

329 24 7
                                    

Narra Malú

Ya todos se han ido, únicamente quedan nuestros padres y hermanos que nos ayudan a recoger. Ellos y los valencianos, que se quedarán con nosotros hasta el domingo. No le perdonaría a Vero que estando en Madrid no viniesen a verme el sábado. Entre todos hemos conseguido que apenas se note que hubo festejo, solo queda llevar nuestras copas, pero creo que lo haremos dentro de un rato, nos apetece seguir brindando.

L: ¿Esa no es Lucia?

Pregunta Luis al escuchar el llanto proveniente de la planta de arriba.

+ Yo voy.

Me mira invitándome a que vuelva a sentarme, ya estaba de píe dispuesta a subir yo misma a atender a la pequeña.

E: Malú, podrías venir un momento, por favor.

Mi suegra se ha quedado en la cocina guardando las últimas cosas y no ha habido manera de convencerla para que lo deje.

- Claro.

Entra a una de las habitaciones y yo la sigo en silencio.

- ¿Qué pasa, Erika?

E: Hija, tú sabes que la abuela de Gaby no es mi madre, ¿no?

Asiento mordiéndome el labio inferior. Mi chico me ha contado la historia, pero jamas había hablado del tema con ella. La anciana a la que todos llaman yaya es la única abuela que todos conocemos.

E: En realidad si que lo es.

Se corrige.

E: Como tu de mis nietas.

Con un leve gesto de aprobación confirmo sus palabras.

E: Yo no tengo ningún recuerdo de mi madre biológica.

Me cuenta.

E: Sé por papá que dos meses después de haberle detectado la enfermedad murió... Nunca se cansaba de decirme que yo era la luz de sus ojos.

- Lo siento mucho... de verdad que sí.

E: No, Malú... tuve mucha suerte. Aunque la llevo todos los días en mi corazón, mi otra mamá me dio todo el amor que yo necesitaba.

- Antonia es una mujer excepcional.

Acierto a decir. Gaby la adora, y yo también.

E: Tu también lo eres, y para Camila y Lucia serás su único recuerdo de madre.

- Ya, me alegra serlo.

Admito, no quisiera quedar como una egoísta, pero mis palabras son totalmente verdaderas.

E: Cuando murió Amanda, Sergio y yo nos dedicamos a apoyar a Gaby y a las chicas.

Recuerda amargamente.

E: Creo que ha sido lo más difícil que he vivido como mamá, y aunque no me permitía lamentarme por ellos, sentía una bala en el pecho al pensar que mi hijo tendría que criar a las nenas solo, con Alba ya había sido suficientemente difícil.

Ambas estamos emocionadas de más. Suerte que en la mesita de noche hay pañuelos.

E: Además, me aterraba que mis nietas no corrieran con la misma suerte que yo.

Admite.

E: Supe que tú serías la mujer de su vida desde el momento en que te conocí.

Asevera.

E: Percibí de inmediato que tú trato con las chicas era amor, no postureo y en tus ojos reflejabas el deseo de poder darlo todo para hacer feliz a mi hijo.

- Son parte de mí.

Aseguro con un hilo de voz.

E: Malú, yo sé que todo lo que haces es porque les quieres, no necesitas demostrar nada a nadie, menos a mi, pero como madre y como abuela, huérfana que soy.

Remarca demostrándome que habla con conocimiento de causa.

E: No me va a alcanzar la vida para agradecerte lo que haces por ellos.

- Erika...

E: Quiero que tengas esto.

Me interrumpe, entregándome unos pendientes de oro, envueltos en un paño viejo. Están muy cuidados, pero se nota que son antiguos.

E: Es lo único valioso que tengo de mi mamá, eran de mi abuela. Yo nací en Toscana, ella era de allí y cuando murió, papá se vino a Madrid para que yo pueda crecer cerca de su familia.

- No puedo aceptarlos.

Niego echa un mar de lágrimas.

E: Por favor.

- No, Erika, debes cuidarlos tú, ella merece que su hija conserve algo suyo.

E: Según como papá me hablaba de ella, no dudo que estaría feliz de que seas tú quien los tenga.

- No.

E: Por favor, Malú, para mi es importante.

- ¿Y Dana?

E: Es una hija estupenda, a la que le he dado todo durante toda mi vida, y esto quiero dártelo a ti.

- Yo no puedo...

E: Si que puedes, me devolviste a mi hijo, Malú. Lo llenas de vida, le haces feliz y a mi me hace el saber que serás tú la que cuide de estos pendientes.

Parece una súplica.

Asiento muda. Cualquier palabra que pronuncie me hará llorar más. Únicamente mis labios se mueven en un sutil "Gracias", creo que el más honesto que he dicho en mucho tiempo.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora