Capitulo 448

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+ ¿Te encuentras mejor?

- No.

Me quejo. El vuelo fue bastante movido y me pase gran parte de él abocada al váter, devolviendo el poco alimento que tenía en el estómago.

+ Espérame aquí, voy a recoger nuestras maletas.

- Necesito comer algo.

Le pido cuando regresa. A pesar de las náuseas mi cuerpo requiere de azúcar.

- ¿Podemos sentarnos en aquella cafetería?

+ Claro. Ve pidiendo.

- ¿Tu que quieres?

+ Un café.

- ¿No vas a comer nada?

+ También me he bajado del avión algo revuelto.

Admite.

+ Luego vemos si salimos a cenar por ahí o ya me pido algo en el hotel.

- Vale.

...

..

+ Tienes mejor cara.

- Ya, estoy mucho mejor.

Llevamos un rato en la preciosa habitación de hotel, Gaby se ocupó de ordenar nuestras pertenencias y debo admitir que tras la merienda en el aeropuerto y llevar algo más de media hora echada, los síntomas han disminuido bastante.

Me levanto en busca del móvil, pero mi futuro esposo intercepta mis pasos besando mi boca dulcemente y luego se arrastra hasta alcanzar la altura de mi barriga, que ya deja notar una leve curva. Con delicadeza levanta mi sudadera y apoya sus labios en ella.

+ Hola bebé. Soy papá.

Le cuenta, haciéndome emocionar. No es la primera vez que lo hace, y por supuesto, tampoco la primera que me provoca el llanto con su dialogo.

+ Le estas dando mucha guerra a mami.

Lleno de ternura le "regaña".

+ Ella es una campeona y no se queja, porque lo que más desea en el mundo es tenerte.

Me mira fugazmente.

+ Al igual que yo... Te estamos esperando...

Habla bajito.

+ Mientras tu te formas allí dentro, nosotros nos hemos escapado a pasar algunos días de lo más románticos.

Explica.

+ Y si tú haces sentir tan revuelta a mamá, yo no podré hacerle todas las cosas que me apetecen.

Me hace reír, ganándose un manotazo en el hombro.

- Que es muy pequeñito para que le digas esas cosas.

Esta vez le riño yo a él, animada.

+ Ya se está poniendo pesada.

Protesta con nuestro hijo.

- Mira, si de verdad eres tonto.

Tiro de su camiseta para empujarle hacia arriba.

- Todas esas cosas que te apetece hacerme.

Me pongo de puntillas, quedando a quemarropa de sus labios.

- Debes decírmelas a mí, no al bebé.

+ ¿Quieres que te diga todas las cosas que pienso hacerte en este viaje?

- No.

Niego segura.

- Quiero que me las hagas.

+ Vale. ¿puedo empezar ya mismo?

- Estas tardando.

Ágilmente se deshace de toda la ropa que cubre mi cuerpo desde la cintura para arriba. Sus besos recorren cada trocito de piel que van encontrando, sus manos atienden mis pechos, sus besos en ellos me estremecen y mi cuerpo reacciona de inmediato a su contacto. Ya habrá tiempo para más preámbulos, ahora solo deseo que me haga suya.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora