Capitulo 455

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+ Cielo.

Me llama. Estoy en el baño, con la puerta abierta quitándome el poco maquillaje que me he puesto hoy, el pelo recogido en un moño mal hecho y una sudadera suya que hice mía hace bastante tiempo ya.

+ Ven aquí.

Pide escueto. Le noto agobiado. Viene de acostar a Camila y espero que todo esté bien con la pequeña.

- ¿Qué pasa?

Coge mi muñeca, empujándome para quedar sentada junto a él en el sofá que tenemos en la habitación y juega con el anillo que el mismo me regaló, ese que viste mi dedo cada día desde aquella mágica noche en Creta.

- Hey.

Cuando el silencio se prolonga y casi puedo oír el roce de sus dedos acariciando el dorsal de mi mano, siento la necesidad de romperlo.

+ ¿Te gustaría casarte por la iglesia?

Suelta sin más.

- Jo, no lo sé, no me había detenido a pensarlo.

Admito.

- Siempre he querido casarme de blanco, con las personas más importantes para nosotros...

Reflexiono en voz alta, buscando una respuesta a su pregunta en mi cabeza.

+ Quiero que tengas la boda con la que siempre has soñado.

Advierte. Aunque sus nervios me confirman que no es solo una charla para planear lo que será el día más importante de nuestras vidas.

- ¿De que vas?

+ A mi si me gustaría casarme por la iglesia.

Me sorprende. No somos demasiado creyentes, ninguno de los dos, jamás imaginé que fuese algo importante para él, y mucho menos que decírmelo le robe la calma.

- Vale.

+ ¿Sí?

- Sí, me parece bien.

Accedo. Yo no me lo he cuestionado y si es lo que él desea, no voy a oponerme.

- ¿Ahora me explicas que te pasa?

+ ¿Estas segura de que aquel día puede ser todo lo bonito que tú sueñas si lo dirige un cura?

- Si, que me da igual si lo dirige un cura, un payaso o quien sea, yo solo quiero casarme contigo.

Asevero.

+ Hagamos de ese día el más importante.

Sugiere profundizando sus ojos en los míos. Como si más que una propuesta, fuese una súplica.

+ En el sitio que tú elijas, la fecha que tú quieras, los invitados que te apetezcan...

- Cielo, la boda es de los dos.

Le recuerdo calmada.

+ A mi nada me importa, solo que te conviertas en mi mujer.

Sonrío apoyando la palma de mi mano en su mejilla. Le quiero tanto.

- ¿Y por la ley, qué?

+ Casémonos ya... la semana que viene, o la siguiente...

Suelta el aire que llevaba un rato reteniendo. Ahora entiendo. Esta era la bomba que temía que fuese a explotar. Esto era lo que le tenía en desasosiego.

- ¿Estas loco?

Pregunto anonadada. Se le ha ido la cabeza.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora