Capitulo 501

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+ Pequeña.

Contesto a su videollamada con voz dulce.

+ ¿Te encuentras mejor?

- Sí, un poquito revuelta, el olor a vomito se me ha impregnado en la nariz.

Se queja haciendo una mueca de asco.

+ Siento no haberte llamado ayer, ni estar con vosotras ahora mismo para ayudarte.

- ¿Cómo esta Dana?

Ignora mis disculpas y no estoy seguro si es porque sigue enfadada.

+ Quisiera que alguien me despierte de este mal sueño.

Confieso.

- Tienes que ser fuerte, ya pasará.

Me da todo su apoyo. Ella no sabe lo que necesito uno de sus abrazos.

Tras un rato largo charlando y saludar también a las nenas cortamos. Camila ha vuelto a dejarlo todo perdido. Agradezco a mi suegra por ser ella la que se ha ocupado de limpiar, ayudando a su hija, me ha dicho que se quedará a pasar la noche con ellas, para lo que haga falta, dejándome algo más tranquilo.

Narra Malú

Gaby ya lleva nueve días en Londres. Le echo tantísimo de menos. Cuando hablamos intento mantenerme fuerte y dejar que se desahogue conmigo, pero cada día se me hace más cuesta arriba tenerle lejos. Las pesadillas han vuelto, dejándome desvalida, sin encontrar el refugio que me brindan sus brazos cuando me despierto alterada.

Lucía ha hecho más trastadas estos días que durante lo que va de año y las hormonas me tienen llorando por todo.

E: ¿Necesitas algo más, hija?

Mi suegra ha venido a ayudarme con las nenas como varias tardes estos días. Les ha dado un baño y ambas han pedido que sea ella quien las acueste.

- No, Erika, muchas gracias.

E: Gracias a ti.

Su mirada intensa me penetra.

E: Sé que no es fácil tener a Gaby lejos, cuando quienes debiésemos estar con nuestra hija somos nosotros y él aquí, a vuestro lado.

Trago con dificultad el nudo que se ha formado en mi garganta. Siempre me ha parecido una mujer fuerte, que ahora mismo sufre en silencio por Daniela y me recuerda lo mala persona que soy.

- Dana estará bien.

Aseguro buscando reconfortarla.

E: Eso espero.

Admite.

E: Yo ya me voy, querrás aprovechar que las niñas duermen para darte un baño o llamar a alguna amiga.

Me abraza.

E: Si necesitas algo, no dudes en pedirlo.

- Gracias.

Me despido con dos besos, acompañándola hasta la puerta. Que frío entra, y aunque se está bien en casa, la bofetada de aire fresco que recibo me deja con más ganas si cabe de dormir pegadita a mi chico.

No me lo pienso demasiado, y tras echar el cerrojo me dejo caer hasta el suelo, arrastrándome por la puerta, cojo el móvil y marco decidida.

- Mami.

Saludo cuando escucho su voz.

P: ¿Ha pasado algo, Malú?

- No.

Niego con la voz rota.

- ¿Puedes venir a casa?

Mi madre es mi mayor apoyo y ahora la necesito más que nunca. Una charla, sus consejos y dejarme mimar por ella como lo hacía cuando era una cría.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora