Capitulo 525

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El trayecto lo hacemos en absoluto silencio. Malú va apoyada en la ventana y llora mordiendo su labio inferior. Yo quisiera encontrar las palabras que puedan darle calma, pero estoy tan nervioso como ella, lo que me obliga a centrarme únicamente en la carretera.

- Apaga está mierda.

Brusca silencia a quien habla de su dulce espera en la radio, para luego dejar sonar tejiendo alas.

Ignoro sus maneras. Entiendo que en estos momentos se moleste al escuchar comentarios sobre el embarazo y que ahora mismo, presa del miedo, las palabras "dulce espera" le parezcan una aberración.

Pocos minutos después entramos en urgencias. Hubiésemos deseado que Eva nos reciba, pero la suerte no nos acompaña, hoy no está de turno ni en horario de trabajo.

...

..

+ Vamos a casa.

Dejo un pico en sus labios aliviado tras recibir el alta médica. Solo ha sido un susto, un leve desprendimiento del tapón mucoso nos ha traído aquí y guardamos la esperanza de que no se caiga completamente antes de tiempo. El médico ha insistido en que continúe haciendo reposo.

- Tuve mucho miedo.

Se abraza a mí. Correspondo a su abrazo y le dejo un beso en la cabeza.

+ Yo también.

Admito.

+ Pero ya verás como Sofía va aguantar ahí dentro.

Apoyo mi mano en su tripa.

+ Y nacerá súper fuerte.

- Eso espero.

+ Tu ahora solo tienes que dejar que te mimemos mucho.

Me sonríe agradecida y el mundo se paraliza en esa curva de sus labios. Si ella supiera todo lo que produce en mi con ese gesto tan simple.

- Vamos, anda, que me muero de sueño.

+ Normal.

Miro el reloj, rozan las dos de la madrugada. Entrelazo nuestras manos y camino hasta el coche.

- Y de hambre.

Me mira como si nunca hubiese roto un plato.

+ Esa cara es de "déjame en casa y recorre Madrid buscando helado de aceitunas".

Invento algo imposible de conseguir, no existe semejante cosa.

- ¿Helado de aceitunas?

Explota en una sonora carcajada que a mí me da la vida. Casi no ha tenido antojos especiales, pero la voz de niña que ha puesto para decir que tiene hambre es la que usa cuando va a pedirme algo a lo que voy a negarme, y ahora, no podría decirle que no a nada.

- Eres un exagerado.

Se queja.

- Solo una noche en todos estos meses te he tenido en vela porque me apetecía algo rico.

Se defiende.

- Ademas, no te hice salir de casa.

+ No, salir de casa no.

Le recuerdo con ironía, fue peor.

+ Levantarme a las cuatro de la madrugada a preparar tortitas que acabaron desayunando las nenas porque tú te dormiste mientras las hacía... Eres de lo que no hay.

Ríe inocente. Hace sólo un par de noches de esto.

- Lo siento.

Otra vez esa cara y esa voz que pueden conmigo.

+ Venga, ¿qué te apetece?

- Helado de aceitunas.

Responde graciosa.

Solo el amor nos salvará (tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora