CAPÍTULO 92 Nombres

536 65 56
                                    

ADVERTENCIA: Contenido +18

La rubia sentía los besos de su esposo tan cálidamente en su cuello, le generaba una sensación de total amor, los besos con la barba de Travis rozando su piel la podían encender, Kelce emanaba enormes ganas de intimar con ella, sabía que su esposa del mismo modo aceptaría, porque de manera instintiva o apropósito el trasero de Taylor se acomodaba justamente en él, una de las manos del enorme hombre la direccionó a ese sitio, levantando el vestido tan lindo que se puso hoy, pudo ver que una parte del borde del mismo estaba arrugado, como si le hicieran nudos, eso debía haber sido trabajo de su hijo, quien no se ha querido separar mucho de ella, cuando levantó la ropa, dejó el vestido a la mitad de su cuerpo, no era el momento para quitarse toda la ropa porque tenían la casa llena de visitas, no era la hora adecuada tampoco, ella todavía no usaba la ropa interior de maternidad que le regaló Gigi, ese día optó por colocarse unas bragas de encaje blanco que si bien no eran de lo más cómodas para una embarazada, ella tenía la firme intención de provocar a su esposo, aunque con lo que sea que se pusiera iba a lograr su objetivo, ella se podía sentir más atractiva así.

—¿Qué veo aquí? — Travis volteó la mirada un poco hacia abajo, apreciando el panorama, el trasero de su esposa y sus piernas era algo que lo mataban.

—¿Te agrada? — si pudiera arquearse más para poder ver sus expresiones, lo haría, pero al estar embarazada un par de movimientos la limitaban.

—Me encanta— su mano acariciaba la zona, quería seguirla viendo con eso puesto todavía un rato más.

—Si quieres que permanezca en esta posición, será mejor que tu solo bajes tus pantalones—

—¡Tay! — se echó a reír, no cabía duda, ella necesitaba lo mismo que él.

¿Ya quería saltarse el juego previo?, él no, por lo que trataría de atrasar las cosas lo máximo posible, el vientre de Taylor fue el siguiente punto, la piel de la cantante estaba haciendo el trabajo esperado, estirándose para darle paso al hogar temporal de su tercer bebé, a él le encantaba sentir esa extensión de piel, sobre todo cuando ella dejaba que le colocara la crema para hidratarla y no tener problemas con las temidas estrías, eso era algo a lo que su esposa le huía, no la juzgaría, cada quien tiene sus miedos corporales, todos los tenemos, se bajó levemente de la cama para poder llegar a su vientre y besarlo, a pesar de que su esposa está embarazada, la seguía viendo tan sexy como siempre, Taylor Swift era una mujer sensual, podía cautivar a muchas personas, se sentía afortunado de ser él quien puede disfrutar plenamente de todo lo que conlleva estar en una relación con ella, y poder llamarla esposa.


El enorme hombre volvió a encontrarse con el borde de las bragas de la rubia, esa fina y suave tela que le cubría su zona íntima ya moría por quitarla, Swift le dio una invitación a llevar a cabo tal acción, acomodando sus piernas para que pudiera comenzar con aquello, antes de hacerlo, Kelce acarició sus muslos, apretando su piel, con las firmes ganas de morder ahí, no la dañaría, bajó su cabeza para hacerlo, pegando sus labios a su muslo derecho, succionando con entusiasmo el sitio, la marca que le iba a dejar nadie la podría ver más que él, y eso le gustaba también, saber que dejaba su huella amorosa en la zona, le hacía sentir excitado.

Taylor se acomodó boca arriba, colocando sus piernas en los hombros de su esposo, dándole a entender todo, él volvió con sus besos, acercándose más a su zona íntima, su mano estaba lista para explorar, aquel lugar que conoce perfectamente, sus dedos se hallaban en posición, si su esposa quería eso, él se lo iba a dar, metió su mano por la orilla de la ropa interior y comenzó aquella danza que Swift siempre disfrutaba, era algo simple, tal vez menos satisfactorio para él, pero Travis nunca se negaba a complacerla, sobre todo si implicaba ver cada parte de su cuerpo con mayor cercanía, él sonreía al ver los gestos de Tay, lo relajada que se miraba cada que él hacía un movimiento, sintiendo la humedad ese punto, sabía que estaba lista, le sacó de manera rápida las bragas, se veían bonitas puestas en ella, pero se vería mejor si no las tuviera, su mente volaba, una semana lejos de su esposa no es que fuera precisamente una eternidad, pero despertar solo y no verla en la misma cama que él, le pesaba.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora