Quinto año: Era la noche antes de Navidad

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Sábado 20 de diciembre de 1975

-Literalmente los maldeciré a ambos con un hechizo que los bese si planean hacer eso hasta llegar a Londres -amenazó Lily, apuntando su varita hacia Sirius y Mary. No había ni rastro de humor en su expresión; parecía, a todas luces, estar muy seria. Mary soltó sus brazos del cuello de Sirius y sacó la lengua con picardía.

-¡Tú también, Wormy! -dijo James rápidamente, sonriendo ansiosamente a Lily como si estuviera esperando su aprobación. A veces Sirius se preguntaba cómo había terminado siendo el perro, cuando James estaba claramente dispuesto a darse la vuelta si Evans tan solo respiraba en su dirección.

Pedro y Desdémona se separaron, luciendo algo avergonzados pero todavía muy satisfechos de sí mismos.

Su vagón estaba abarrotado de gente: ocho personas, todas apretujadas en un solo vagón. Sirius tenía a Mary apretada contra un lado y a James contra el otro, con Remus aplastado contra la ventana. En la fila opuesta de asientos, Lily, Marlene, Peter y Desdemona crearon un cuadro similar.

-Solo nos estamos despidiendo -ronroneó Mary, apoyando la cabeza en el hombro de Sirius. Sus rizos esponjosos le hicieron cosquillas en la barbilla.

-Son sólo dos semanas y podéis escribiros -dijo Lily con desdén.

-Eh... en realidad, sería mejor que ninguno de vosotros me escribiese -dijo Sirius-. De todas formas, no es probable que reciba las cartas, y a menos que queráis que mi querida madre las lea...

-Pero ¿tienes el espejo? -preguntó James por quincuagésima vez-. ¿Aún puedes ponerte en contacto con nosotros si lo necesitas?

-Sí, por supuesto. -Sirius sonrió con fuerza y ​​se llevó la mano al bolsillo de la chaqueta para palmearlo.

Se volvió hacia Mary, tratando de ignorar el frío dedo de inquietud que le recorría la espalda. Sabía que James tenía buenas intenciones, pero la mirada ansiosa de su amigo y sus preguntas sinceras solo contribuían a aumentar los nervios de Sirius por la situación. Además, no era como si sus amigos tuvieran que preocuparse, no era como si esto fuera algo que Sirius no pudiera manejar. No iba a correr ningún peligro real ; después de todo, solo eran su familia.

Mary había comenzado a charlar con Marlene sobre su última tarea de Cuidado de Criaturas Mágicas, quejándose de lo difícil que era identificar a los bowtruckles. Sirius sonrió y miró a Remus; sabía a ciencia cierta que el chico todavía no había obtenido nada menos que Supera las Expectativas en ninguna de sus tareas de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Remus miraba por la ventana, con la cabeza apoyada contra el cristal y una mirada perdida en sus ojos. Sus pupilas se movían rápidamente, observando los árboles que pasaban afuera. Sirius se preguntó en qué estaba pensando.

Fuera lo que fuese, lo tenía totalmente cautivado: Remus no se dio cuenta de que Sirius le estaba haciendo una mueca, y ni siquiera pestañeó cuando la bruja del carrito llegó con su botín de bocadillos.

-¡Oye, Moony, despierta, despierta! -gritó Sirius, chasqueando los dedos-. Llegó el carrito. No querrás perderte el almuerzo, ¿verdad?

-Oh, gracias -dijo Remus distraídamente, parpadeando mientras se alejaba de la ventana. James estaba cogiendo tantas empanadillas como podía sostener en sus brazos, mientras Sirius y Peter agarraban puñados de dulces.

-¡Nunca superaremos todo esto! -gruñó Lily.

-Está claro que nunca has visto comer a Moony -replicó James, guiñándole un ojo.

-¡Oooh, ojalá tuviera tu metabolismo, Remus! -gruñó Desdemona-. Mi madre siempre me dice que debería empezar a hacer dieta.

-No hay nada malo en tener curvas -dijo Mary, mordiendo su propia empanada con deleite-. ¡Les da algo a lo que agarrarse!

All The Young Dudes "Siriu's perspective" (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora