All The Young Dudes "Siriu's perspective" (Español)

Séptimo año: Navidad, parte 2

(Ver el final del capítulo para ).

Texto del capítulo

No James.

Fue el primer pensamiento que tuvo, una vez que pudo pensar de nuevo.

No James.

Un remolino horrible y violento, una y otra vez, las mismas palabras repitiéndose sin descanso en su mente:

No James, no James, no James.

Alguien lloraba junto a ellos. Una mujer. Sirius podía oír sus agudos sollozos. Bajo su rostro, el suelo estaba frío y la arena le presionaba la piel. Podía sentirlo, podía sentirlo todo. Como si todos los nervios de su cuerpo se hubieran afinado de repente, se hubieran vuelto cinco veces más fuertes. Se oyeron risas, alguien se reía.

No James, no James, no James.

El callejón Diagon estaba destrozado, un cadáver destrozado, vidrios rotos, ladrillos y madera astillada que se derramaban en la calle como sangre. Todo estaba borroso; Sirius se dio cuenta de que era por el polvo, que se acumulaba a su alrededor como niebla. Podía sentir su sabor en el aire cuando respiraba.

—¡Ustedes dos! —Había una mujer abriéndose paso entre los escombros—. ¡Retrocedan! ¡Detrás de mí! —Se colocó frente a ellos, con la varita levantada, y Sirius vio su uniforme: un auror.

Jaime.

No sabía si lo había dicho en voz alta, no sentía la lengua; fue el miedo lo que lo impulsó a ponerse de pie, lo hizo tambalearse hacia adelante, como una marioneta arrastrada por hilos. ¿ Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde está?

"¡¿Jaime?!"

Esta vez estaba gritando. Lo sabía, pero todos gritaban y apenas podía oír su propia voz. El nombre se perdió entre todos los sonidos superpuestos, igual que James se había perdido...

" ¿ ¿¡Jaime!?? "

Una parte de él era vagamente consciente de que Remus lo llamaba, pero Sirius no podía detenerse, no podía pensar... no hasta que encontró a su mejor amigo.

"¡Sangre sucia fuera!"

La voz le atravesó el cráneo como un relámpago, con un volumen insoportable, y se tapó los oídos con las manos. Pero no importaba: las horribles palabras resonaban en su cabeza.

No James, no James, no James.

En algún lugar había gente batiéndose a duelo. Sirius podía oír sus voces, podía ver destellos de magia mientras se lanzaban maldiciones. Pero no allí: allí solo había polvo, solo los escombros de lo que una vez había sido material de quidditch de calidad, escobas astilladas esparcidas por el suelo.

"¡¿JAIME?!"

Alguien pasó corriendo junto a él y lo golpeó en el hombro. La fuerza del impacto hizo que Sirius perdiera el equilibrio y se desplomara de costado sobre un montón de escombros. Buscó su varita y la arrancó para intentar ver: tenía polvo en los ojos. Había polvo por todas partes.

—James... —graznó desesperadamente. Cualquier cosa menos esto, pensó. Cualquier cosa menos él. Por favor, por favor, por favor.

—¡Morde ! —Era la misma voz de antes, pero esta vez no estaba en su cabeza, sino que era distante, venía de algún lugar cerca de Gringotts. Un humo negro llenó la calle, retorciéndose y espesándose hasta que se arremolinó hacia arriba, sobre sus cabezas. Y luego ya no era humo, sino una serpiente, una horrible serpiente negra, un monstruo retorcido en un cráneo abierto.