All The Young Dudes "Siriu's perspective" (Español)

Cuarto año: septiembre

Las clases comenzaron con todo el alboroto habitual: los profesores dando conferencias sobre cómo este año era realmente crucial para su futuro, Madame Pince frunciendo el ceño a los estudiantes ansiosos que acudían a la biblioteca, un número cada vez mayor de miradas sucias de los estudiantes de clases superiores que intentaban estudiar en la sala común cuando Sirius se atrevió a desafiar a Peter a juegos de chasquido explosivo frente al fuego.

Pociones era tan aburrida como siempre, Historia era un rollo, Astronomía era una rutina que atontaba la mente. En Herbología empezaban con una unidad sobre plantas carnívoras, que era al menos un poco más interesante de lo habitual, y Sirius siempre podía contar con McGonagall para proporcionar un trabajo de curso desafiante en Transfiguración. Aun así, aunque los profesores le advirtieron que su trabajo escolar solo se volvería más difícil, Sirius no pudo evitar sentirse decepcionado por lo que se perfilaba como otro año de monotonía. Cuanto más mayor se hacía, más se cuestionaba si las clases eran realmente tan importantes como todos querían hacerle creer: la mitad del tiempo, pensaba que podría lograr más con una hora de acceso sin restricciones a la biblioteca que en un año entero sentado y escuchando a sus profesores hablar sin parar.

La primera lección de adivinación no logró disuadirlo de esa idea. Comenzaron con la ovomancia, que Sirius estaba bastante seguro de que su profesora había inventado, a pesar de que ella insistía en que era una práctica histórica profundamente arraigada que se originó en la antigua Grecia.

-Para nuestra primera incursión en los misterios ovulatorios del futuro, necesitaréis compañeros... -les dijo con voz ronca, mientras arrastraba una enorme cesta de mimbre llena de huevos hasta su escritorio. Cuando la vieja profesora se dio la vuelta y miró por debajo de sus chales, al ver que ninguno de ellos se había movido, les hizo un gesto con una mano nudosa.

"¡Vamos, vamos, formad parejas!"

Peter suspiró resignado y se levantó para buscar un compañero mientras Sirius acercaba su silla a James. Terminó al lado de Desdemona Lewis, una chica de Ravenclaw con una ligera sobremordida, que le sonrió alegremente.

Aunque Sirius se mostró escéptico al principio, rápidamente decidió que había sido demasiado rápido al juzgar la ovomancia: a cada pareja se le dio una canasta de huevos y se les dijo que practicaran la búsqueda de presagios usando la clave en sus libros de texto. La clave en cuestión era poco más que una página de manchas vagamente dibujadas, cada una de las cuales se suponía que significaba algo diferente. Esto dejaba bastante espacio para la interpretación, y Sirius se sintió completamente en su elemento abriendo huevos sobre un escritorio e intentando leer el futuro de su amigo en la yema salpicada.

-Veamos, veamos... -se frotó la barbilla pensativamente, frunciendo el ceño al ver el desorden amarillo en la mesa. James puso los ojos en blanco cuando Sirius chasqueó la lengua y dijo:

"Me temo que no tiene buena pinta, Potter... no tiene buena pinta en absoluto... Aquí dice que Evans nunca te amará y que morirás como un anciano solitario, sin haber conocido nunca el tacto de una mujer..."

-¡Oye! -James le dio un empujón en el hombro-. ¡No es así! Mira, ahí mismo, ese pequeño fragmento que gotea... dice claramente que Evans se va a enamorar perdidamente de mí en un año.

-No, según la clave ese bit significa... -Sirius escaneó la página y luego jadeó horrorizado.

"¡¿Qué?!"

-Lo siento mucho, amigo -sacudió la cabeza con tristeza-. Aquí dice que serás calvo cuando tengas treinta.

Pasaron el resto de la clase haciendo predicciones cada vez más terribles y ridículas, reprimiendo la risa y tratando de parecer serios cada vez que su arrugado profesor pasaba tambaleándose. Al final de la lección, se reunieron con Peter; Sirius esperaba que estuviera resentido y retraído (como solía estar cuando James y Sirius formaban equipo sin él) y se sorprendió gratamente al descubrir que, en cambio, Pete parecía estar de tan buen humor como el resto de ellos.