Sexto año: revelando secretos

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Viernes 14 de enero de 1977

Remus estaba despierto, otra vez. Sirius escuchó los suaves sonidos de sus mantas al moverse, los suspiros frustrados, el crujido del marco de la cama. Habían sido tres noches así, de ver la tenue luz de la varita detrás de las cortinas de Moony que significaba que estaba leyendo, de despertarse en la noche con los sonidos de sus movimientos y vueltas en la cama, de caminar hasta el desayuno a la mañana siguiente y ver cómo las ojeras se hacían más oscuras, día a día.

No hacía falta mucha imaginación para darse cuenta de lo que lo mantenía despierto; desde que se había anunciado en los periódicos el ataque del hombre lobo, Remus se había vuelto callado, hosco, robótico en las clases y tenso en las conversaciones con sus amigos. Sirius lo odiaba, odiaba lo familiar que le resultaba; como las transformaciones en la luna llena, no podía hacer nada más que ver a Remus desgarrarse de adentro hacia afuera, incapaz de detenerlo.

Las sábanas volvieron a moverse. El marco de madera crujió. Se oyó un suspiro, otro movimiento, un gemido ahogado.

Sirius ya había tenido suficiente. James pensaba que Remus necesitaba espacio, pero le habían estado dando espacio y no parecía haberle hecho ningún bien. Era hora de probar un rumbo diferente.

-Oye, Moony -susurró, arrastrándose hacia la cama de Remus. Apartó las cortinas con cuidado, entrecerrando los ojos en la oscuridad-. ¿Qué pasa?

-Lo siento, ¿te desperté? -Remus entrecerró los ojos mientras Sirius lanzaba un rápido hechizo lumos, sentándose en el borde de la cama y dejando que las cortinas se cerraran detrás de él. También lanzó un hechizo silenciador, más por reflejo que por otra cosa, en ese momento.

-Sí, pero está bien. -Se arrastró más arriba en la cama para poder sentarse al lado de Moony.

-Oh -el otro chico agachó la cabeza-. Mira, no estoy de humor para...

-¡Oh, no, yo tampoco! -Sirius se sonrojó. Merlín, ¿qué tan desesperado debía parecer? -Quiero decir... bueno, en realidad, ahora que lo mencionas... (Había algo que decir sobre la forma en que la delgada camisa de pijama de Remus colgaba de sus hombros, silueteada en la luz tenue...) -Pero no, no es por eso que vine.

"Bien."

"¿Entonces que hay de nuevo?"

"No puedo dormir."

-Ya lo sé. ¿Quieres un pitillo?

"Sin."

-Está bien, tengo un poco de Emmeline. Vamos, ¿bajamos? Es tarde, no habrá nadie y Prongs nos va a dar la lata si fumamos aquí.

-Está bien -dijo Remus lentamente, deslizándose de debajo de las sábanas. Sirius intentó no parecer demasiado emocionado por haber logrado sacar a Moony de su solitaria fiesta de autocompasión; tal vez Emmeline fuera buena para algo.

(Eso fue grosero: a él le gustaba Emmeline, era muy bonita y disfrutaba pasar tiempo con ella; había muchas cosas buenas que decir sobre ella, y una de las más importantes era su generosidad con los cigarrillos. Aún así, fue satisfactorio ser quien le proporcionara cigarrillos a Moony, por una vez).

En la sala común, Remus se deslizó hacia la ventana y se sentaron juntos en el sofá de dos plazas. Moony se acurrucó, llevando las rodillas hacia el pecho, y Sirius imitó su posición, de modo que quedaron uno frente al otro.

-Entonces -se metió un cigarrillo entre los labios y lo chupó, encendiéndolo sin decir palabra antes de pasárselo a Remus. Continuó hablando mientras encendía otro para él-: ¿Cuál es el plan?

All The Young Dudes "Siriu's perspective" (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora