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Matt Murdock

—Volveré, lo prometo mamá.. Sólo he olvidado el dinero en la habitación... ¡No! Estaré allí en cuando pueda —Daisy frunció sus labios ante la insistencia de su hermana—. Adiós...

Su teléfono móvil emitió un sonido, indicando que la mayor de las Haynes había cortado la comunicación. La castaña observó la pantalla del aparato, 9:45 p.m. Debía estar en el salón de eventos para presenciar la cena boda de su hermana, Anne se pondría furiosa cuando se entere de su tardanza, pero ya lograría inventar una buena excusa.

Sus ojos se dirigieron a las tiendas que se encontraban a su alrededor. El centro de la ciudad comenzaba a llenarse de luces, las personas se encaminaban con ligereza sobre la cera y los automóviles colapsaban las calles de la Gran Manzana.

—Disculpa.. —murmuró un hombre, que segundos antes había golpeado su anatomía.

Daisy le dedicó una simple sonrisa, acomodando su chaqueta. Admitió, internamente, que el extraño tenía una voz demasiado sexy.

Prosiguió su camino hasta su departamento, manteniéndose tecleando "taldos" en su móvil. Su mente mantenía la imagen del encapuchado que captó su atención completamente. No se encontraban hombres así todos los días y ella lo dejó ir. Sentía que seguiría reprochándose aquello por el resto de la velada.

...

—¡Daisy! ¿Se puede saber dónde te encontrabas? —indagó, bastante enojada, Anne.

La castaña trató de evitar el contacto directo, no quería sentirse culpable por tardar demasiado tiempo a causa del extraño. Había sido "flechada".

—No —negó, colocando su bolso en la mesa correspondiente. Le dedico una ojeada de reojo a su familia que continuaba con los preparativos—. Lo lamento, Anne. ¿Me han estado esperando?

Una morisqueta de furia hizo que la menor soltara una carcajada.

—Falta Matt y Foggy.

Daisy arqueó una de sus cejas. No le sonaba el nombre "Matt" o el nombre "Foggy" en la lista de invitados, y eso que ella la había escrito hacia dos meses atrás. Evitó preguntar al respecto y se encaminó a admirar el extenso salón en el cual se encontraba.

—Buenas noches, señorita, ¿aquí es el salón para la boda de Jackson y Anne Willckow?

Giró sobre sus talones, hallando a dos extraño vestidos en trajes negros. El hombre de cabellos oscuros captó sus pensamientos, era con quien había chocado.

—Sí, adelante —indicó, alejándose de la puerta para darle paso a ambos. El desconocido  que poseía el cabello más claro y largo se adelantó, entrando al salón de fiestas mientras que su compañero se mantenía en la puerta—. Puedes pasar —insistió, sin despegar su mirada sobre el hombre.

—¿Crees que pueda ayudarme, señorita? —le indagó.

En aquel momento apreció el batón que sostenía en su mano derecha. Cayó en la cuenta de que el desconocido era una persona ciega, a lo cual, no tardó segundo en tomarlo de su brazo y acompañarlo hacia el interior del salón.

—Muchas gracias. Ha sido muy amable... —hizo un ademan en búsqueda del nombre de la muchacha.

—Daisy, Daisy Haynes. La hermana de la novia —respondió, sonriendo de lado. Miró de reojo a su compañero, quien se mantenía con una mueca de alegría— ¿Y usted?

—Matthew Murdock...

Los ojos de Daisy se abrieron ante la sorpresa. Aquellos eran los dos que la habían salvado de un castigo por llegar más tarde que ella. Su mirada se elevó cuando una sombra corrió sobre el pasillo del salón superior.

—... Daisy. Hey, Daisy —llamó, cuando la joven castaña quedó varada en medio del pasillo— ¿Se encuentra...? —un sonido de disparo interrumpió la escena y Matt no demoró en quitarla del blanco, empujándola a un lado.

Daisy tomó vuelo, derribando al sujeto que pretendía matarlos con un sólo movimiento de sus manos. El cuerpo inmóvil se desplomó a un lado del abogado, quien quedó asombrado ante aquello.

—No es él único con habilidades especiales, Daredevil.