tony stark;

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Golpeó con sus nudillos la entrada a la habitación del millonario, aguardando una repuesta afirmativa. A su lado, apoyada en el suelo, se encontraba una bandeja repleta de alimentos y varios medicamentos y demás equipamiento para curar posibles heridas.

  Después de que una fuerza militar galáctica avisara la ubicación de Tony y este fuera de vuelto al planeta, se mantenía encerrado en su habitación. Sin siquiera responder a los llamados de sus compañeros.

  Helena sabía el motivo de su encierro, también le dolió cuando le informaron que Peter Parker no se encontraba en ninguna parte, por ende, había sido una de las tantas víctimas del chasquido.

  —Tony —nombró, insistiendo en los golpes.

La respuesta tardó varios minutos en llegar.

  —Vete, Helena.

Aunque las palabras de él se clavaban en su corazón como si se tratara de dagas, Helena permaneció parada delante de la puerta.

  —Anthony Howard Stark, si no abres la puerta, voy a tomar uno de tus hermosos trajes de Iron Man, volar la cerradura y sacarte de allí dentro a patadas. ¿Me has entendido?

  ¿Su cavidad auditiva estaba jugándole un malicioso juego o acababa de escuchar una pequeña risita provenir del interior del lugar? Una sonrisa se dibujo en sus rosados labios.

Al cabo de unos minutos, la puerta de la habitación se abrió, dejando expuesto a un hombre de aspecto deplorable. El espanto se plasmó en las facciones de la mujer. La palidez de su piel, las enormes sombras oscuras debajo de sus ojos, su cabello desalineado y los harapos que utilizaba como prendas de vestir le provocaron un vuelco a su estómago. Además de los nudillos de sus manos en carne viva y sangre seca bañaba sus manos.

  —¿Por qué siempre amenazas con romper mis trajes? —preguntó, arrastrando sus palabras.

  —Porque ni modo que me lastime a mí misma para que salgas de tu habitación.

Helena agachó su cuerpo para tomar la bandeja y, haciendo un ademán, se adentró al lugar con ligereza, previendo una posible queja por parte del millonario.

  Contuvo sus crecientes intenciones de vomitar, causado por el repugnante olor a humedad y encierro que merodeaba en la atmósfera del lugar.

  —¿No me darás un beso?

  —Hasta que te bañes.

  —Pero..

  Helena no continuó con la discusión. Prefirió adentrarse al baño de la habitación y comenzar a preparar lo necesario para que Anthony se bañara y pudiera ayudarlos a encontrar una respuesta.

  —¿Quieres un patito de hule? —indagó Helena, cuando su esposo se hallaba dentro de la bañera. Prosiguió con su acción de enjabonar los oscuros cabellos.

  —Te preferiría a ti.

  Una sonrisa asomó en sus rosados labios. Había extrañado cada diminuto gesto o comentario de Stark, no importaba la tonalidad que emplee o a qué hiciera referencia. Simplemente había extrañado la compañía de su esposo.

   —Eres un idiota.

    —Un idiota al que amas.

    Las manos del hombre se apoyaron sobre las suyas.

    —Lamento haberte gritado e ignorado tu presencia durante estas semanas —comentó, dirigiendo su mirada a la unión de sus manos—. Necesitaba un momento a solas, pero terminé provocando algo peor. Perdón por no traer a Peter devuelta a casa.

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