bucky barnes;

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Se adentró en el oscuro bosque, siguiendo las indicaciones del mapa que le habían entregado en la agencia de inteligencia. Por primera vez en años, notó que su labio inferior temblaba a causa del temor y la desconfianza que le provocan lugares semejantes.

  Su temor se resumía en un episodio traumático que había marcado su vida, fragmentando su pasado y destruyendo su presente. Pese a que su cerebro intentaba bloquear ese momento, este continuaba apareciendo en sus pensamientos como una pesadilla que se repetía durante las noches.

Descendió la velocidad del automóvil cuando se percató de que el camino presentaba varios desniveles. Y el estado meteorológico empeoraba aún más la situación, la llovizna se había intensificado haciendo que se redujera la visibilidad y el temor de Becca se acentuara.

  Agudizó su mirada, desconcertada. Una sombra encapuchada avanzaba en la misma dirección que ella. Pensó en aumentar la velocidad y avanzar varios kilómetros ignorando la presencia desconocida. Pero se apiadó, no podía dejarlo tirado a mitad de un desolado bosque con semejante tempestad, ¿y si le ocurría algo o perdía el rumbo?

  Descendió el cristal del copiloto.

  —¿Necesita ayuda?

  La figura encapuchada se mantuvo unos segundos en silencio, observando en dirección a la carretera. Becca reprimió un suspiro cuando un par de ojos azules se cruzaron en su campo visual.

   —¿También te diriges a la ciudad? —insistió.

   —Puedo llegar caminando —una profunda, masculina y sensual voz se adentró en su cavidad auditiva.

El estómago de Becca se encogió. ¿De dónde demonios había salido tan maravilloso hombre? Sacudió su cabeza y cambió la dirección de su mirada, no quería dar una primera impresión errónea.

  —Han comunicado que la tormenta empeorará con el transcurso de las horas —informó, dándole una última oportunidad al desconocido de introducirse a su automóvil—. Aunque si usted..

  Las palabras quedaron atascadas en su garganta. El desconocido abrió la puerta del copiloto y se introdujo al interior en rápidos movimientos.

Becca retomó la velocidad habitual. El habitáculo del automóvil se sumió en un incómodo silencio, interrumpido únicamente por las respiraciones de los viajeros.

  —¿Por qué te diriges a la ciudad? —preguntó la joven, tratando de dar inicio a una conversación.

  —Bruno.

  —¿Disculpa?

  —Lo llamaste Bruno —volvió a mencionar el desconocido.

Becca lo observó en búsqueda de una respuesta coherente. ¿Por qué sabía el nombre de su pequeño? Varias hipótesis inundaron su cerebro en cuestión de instantes, ninguna de ellas parecía mostrar un panorama positivo de la situación.

  La capucha que ocultaba el rostro del hombre desapareció. La joven contuvo su respiración, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Mantuvo su mirada en el camino, concentrándose en conducir y llegar a salvo a la ciudad.

—Becca... —nombró James, cuando la estabilidad emocional de la muchacha parecía empezar a desmoronarse—. Becca, dejame conducir. Yo continuaré hasta Berlín.

Asintió con un único movimiento, desabrochando el cinturón de seguridad. No se hallaba en condiciones para continuar manejando debajo de la lluvia.

—¿Me permitirás conocer a Bruno?

—Se parece demasiado a ti. Incluso la sonrisa de galán de telenovela— respondió, apoyando su cabeza en el respaldar y acomodando su cuerpo en el asiento—. Pregunta por ti cada noche desde que Steve abrió su gran bocota.

—¿En verdad?

  La ilusión había marcado la mirada ajena. Becca se encogió de hombros, retirando sus incómodos y molestos zapatos del trabajo.

—Quiere enseñarte su colección de automóviles de juguete y contarte sobre sus inventos.

—¿Becca también ha preguntado por mi?

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