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steve rogers; [maratón]

Tumbó su cuerpo en el sillón de la sala, esperando a que la hora de su novela comenzara. Un bol de palomitas recién hechas la acompañaba aquella lluviosa tarde de otoño.

Luego de algunos minutos entre lágrimas y gritos desesperados, Steve Rogers apareció por el ascensor. Le dedicó una pequeña y tímida sonrisa, pidiéndole permiso para tomar asiento junto a ella.

—¿¡Qué hace ella aquí!? —cuestionó, enojada, señalando a la madrastra del protagonista— ¡vieja arpía!

—Lenguaje —regañó el soldado, agarrando un puñado de palomitas.

Millie elevó su ceja en dirección al rubio, provocándole una sonora carcajada. Sabía con exactitud que lo hacía para molestarla, ya que cada frase que la agente pronunciaba iba acompañada por un par de groserías.

Ambos se concentraron en el episodio, más específicamente en la escena donde los protagonistas se besaban. De repente, el televisor había quedado en negro.

—¡ROGERS! ¡ESPERÉ 67 EPISODIOS PARA QUE ESO PASARA Y TÚ VIENES Y ME LO APAGAS!

El nombrado la observaba atemorizado, mientras iba corriendo su anatomía hasta quedar lo suficientemente lejos como para que la ira de ella no llegara a mayores. De repente, el aparato tecnológico volvió a su curso normal.

Millie fijó su mirada en la televisión, tratando de entender qué era lo que sucedía.

—¿Qué quie...?

Fue interrumpida por los labios de Steve sobre los suyos, uniéndolos en un suave y delicado beso.

—Yo esperé 3 años para que esto sucediera.

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un Steve para llevar, por favor 😍