erik killmonger;

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—¿Continuarás jugando videojuegos? —cuestionó, inquieta, paseando su anatomía por la habitación.

Hacía cuatro horas que el moreno estaba delante de la pantalla jugando a un videojuego online sin prestarle atención. Helena necesitaba un leve empujón para acabar con su tesis universitaria, su cerebro se había quedado sin imaginación y creatividad.

Intentó inspirarse escuchando sus canciones favoritas, llevando a su mascota a dar un paseo por la ciudad, leyendo textos referidos al tema en internet, recostada en la cama del departamento, absolutamente todo. Erik era quien solía prestarle una pequeña ayuda en esas situaciones, pero aquella tarde sólo pretendía acabar la maldita partida y ganar la competencia virtual.

—¿Erik?

En las últimas semanas lo notaba distante, pensativo e increíblemente interesado en un lugar denominado “Wakanda”. ¿Había perdido la cabeza?

—¿Erik? —volvió a insistir, golpeando su hombro con su dedo. Erik continúan ignorándola, como si su presencia no existiera— ¡Demonios, Erik! ¡Estoy... —la mirada del moreno viajo hasta su rostro, expectante. Helena cayó sus palabras, no podía mencionar sobre sus dos meses de gestación, no estaba preparada para confesarlo—.. sufriendo una crisis mental y tu continuas jugando al maldito videojuego como si no hubiera un mañana! ¿Qué te ocurre?

La pantalla del computador se oscureció. Helena acercó su cuerpo algo temerosa, sentándose en el extremo contrario del sillón. Los cambios de humor característicos del embarazo estaban afectando demasiado a la muchacha, en aquel momento sentía que las lágrimas que se acumulaban en sus ojos pronto acabarían descendiendo por sus mejillas.

Unos musculosos brazos rodearon su cuerpo y las caricias en su espalda baja no tardaron en aparecer.

—No he sido completamente sincero contigo, Eli —murmuró, escuchando los sollozos de su pareja contra su pecho—. Provengo de un reino llamado Wakanda, jamás lo conocí pero mi padre decía que era precioso.

Durante varios minutos Erik se dedicó a informar a Helena acerca de Wakanda y lo que estaba ocurriendo en esas lejanas tierras. Hasta que mencionó su estrategia para quedarse con el trono y convertirse en el protector del reino.

—¿Por qué? Ese país te abandonó.

—Helena.

La joven dejó escapar un suspiro, asintiendo con un movimiento de cabeza.

...

Se encontraba allí, parada frente a Okoye con una espada entre sus temblorosas manos y los nervios gobernando su cuerpo. Su tiempo de entrenamiento había sido relativamente corto: cinco días. Además, detestaba lastimar a las personas sin tener una causa justa.

—¿Por qué lo haces, Helena?

La nombrada esquivó dos estocadas, animándose a dar un diminuto contraataque. El choque de metales le provocó una extraña sensación en su estómago, había accedido a partir de la batalla sin medir las consecuencias que traería sobre la criatura que crecía en su vientre.

Al cabo de unos minutos, eran tres combatientes expertas luchando contra ella. Estaba en desventaja,  pero debía mantenerse en combate unos minutos más.

En un acto reflejo, Helena agachó su cuerpo, soltando la espada y protegiendo su vientre. Sentía las punzantes heridas sobre sus brazos y la sangre fluir de ellas, estaba destrozada tanto física como emocionalmente.

—¿Dime qué no es verdad? —inquirió la mujer, dejando de lado el combate.

—Es la razón.

—¿Por qué jamás lo mencionaste?

Helena alzó su mirada. Ni ella sabía con exactitud la respuesta: tal vez hubiera podido hacer que Erik olvidara su pasado o tal vez hubiera empeorado la situación.

...

Las lágrimas descendían por sus rosadas mejillas, ahogando sus sollozos contra la almohada que aferraba contra su cuerpo. Erik estaba muerto. La simple frase que trajo alegría a una nación completa, destruyó la realidad de Helena.

Apenas se percató de la presencia de T'Challa dentro de la habitación, hasta que el moreno acarició su espalda con suavidad. La joven no interrumpió el gesto, era agradable que alguien quisiera reconfortarla.

No señalaría con su dedo, repartiendo culpa a los sobrevivientes ni al reino de Wakanda. Ella también cargaría con la muerte de su amado hasta el final de sus días. Pero necesitaba mantenerse fuerte y hacerle frente a la realidad, girar la página y comenzar una vida nueva junto a su pequeña criatura.

—¿Por qué el hambre de venganza nubla los sentidos del hombre? —cuestionó, pasado unos minutos.

—Es un sentimiento incontrolable que crece en nuestro interior. También he hecho cosas terribles cegado por mi necesidad de obtener venganza, Helena —respondió el monarca, dejando de lado su accionar para ayudarla a elevarse y probar un bocado—. Debes saber que estamos dispuestos a darles un hogar.

Los ojos de Helena se abrieron abruptamente. ¿Acaso todos sabían sobre su apenas notorio embarazo? Maldijo a Okoye en su interior.

—Lo lamento majestad, pero no puedo acepta..

—Dejemos de lado los crímenes de Erik y sus ideales. ¿Estás dispuesta a aceptar un hogar y una familia?

Asintió con suavidad. Su niño o niña no recibiría los mismos tratos que ella había sufrido de pequeña y también sabía que Erik hubiera querido lo mismo.

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