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Matt Murdock;

Escondió su cuerpo detrás de unos arbustos al comprobar quién era la persona que caminaba en su dirección. Matt Murdock, el primer hombre en su lista negra. Esa posición se la había ganado luego de arrestar a su padre por un crimen que jamás había cometido.

—¿Qué sucede, Matt? —escuchó la lejana voz de Foggy Nelson.

Observó que el abogado se apartaba de su amigo y se acercaba hacia donde ella se encontraba.

—Creí escuchar algo...—respondió en tono perdido, volviendo a donde se encontraba su amigo.

—Vamos por unas cervezas a nuestro lugar favorito —propuso Nelson, abrazando por el hombro al de cabellos castaños oscuros—, así podrás despejarte del día descabellado que tuvimos.

De esa manera, continuaron su camino, desapareciendo del campo de visión de Katie. La joven salió de su escondite, mirando fijamente el extremo de la calle por el cual el dueto de abogados se había perdido entre la oscuridad.

Una lágrima escapó de sus ojos y resbaló por su mejilla, al momento que su mente le recordó de sus antiguos recuerdos.

...

Su corazón comenzó a latir de manera desenfrenada. La mano de Matt rodeó una de sus muñecas, obligándola a permanecer junto a él.

—Kath, por favor...

Escuchar el apodo provenir de los labios del abogado le provocó una lluvia de emociones en su interior. Un año había transcurrido desde la última vez que ambos cruzaron palabra alguna.

—¡Suéltame! —exclamó, bruscamente, tratando de deshacerse del agarre. Él no le permitió hacer tal cosa— Suéltame, Murdock.

Batalló cada instante para liberarse, hasta que el abogado la acogió entre sus brazos. Katie desahogó sus pensamientos, sollozando silenciosamente mientras era acunada por Matt.

—Lo lamento, Katie —murmuró, depositándole un beso en la parte superior de su cabeza—. Sé lo que se siente perder a alguien importante. Pero él cometió ese crimen, debe estar condenado por sus acciones.

—Esa no es la razón para odiarte, Murdock. Me abandonaste en el momento que más te necesitaba y eso no te lo perdonaré.

Katie obtuvo su libertad. Mientras se encaminaba por las calles, no sacaba de su cabeza el dolor que había llenado el rostro del hombre cuando ella le pronunció su última frase.

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¡Ya volví! 🙌
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