bucky barnes;

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Lo observó recorrer cada lugar vacío en el bar, sólo unas mesas eran ocupadas por soldados estadounidenses. Se lo apreciaba alejado de todo, como si extrañara la compañía de alguien. También era el temor de la guerra. Cada rincón de los países vecinos a Alemania era un callejón sin salida, en especial para personas como ellos, la clase obrera.

Debían prestar su dinero para que se pudiera sustentar la guerra. Perdían familiares, amigos, conocidos a cada segundo. La desconfianza se encontraba a la vuelta de la esquina, la traición era un sentimiento común en aquellas tierras.

—Sargento Barnes, ¿desea otra copa? —indagó, colocando sus codos sobre la barra de madera.

Sus ojos azulinos se dirigieron hacia su ser, parecían algo distantes, alejados de la realidad. Le dedicó una leve sonrisa, acercándole su vaso de vidrio.

—¿Qué hace una señorita en un lugar tan apestoso?

—Debo mantener una familia, sargento. Mis hermanos mayores se dirigieron a Alemania a principios del año anterior, mi padre posee una discapacidad —explicó Stella, mientras pasaba un trapo húmedo sobre del mueble para quitar todo rastro de polvo—. La comida es demasiado costosa en épocas de guerras...

—Este conflicto nos ha afectado a todos —la interrumpió, dándole un sorbo a su bebida. La joven frunció sus labios en gesto de respuesta—. En especial si las personas a quienes más apreciamos  se encuentran en constante peligro.

Las mejillas de Stella se tiñeron de un intenso color carmesí. Los hermosamente azules ojos del sargento no habían sido sacados de su anatomía en ningún momento. La muchacha planeaba congelar ese momento por el resto de su vida, ese momento en donde las palabras sobraban.

El sonido de las sirenas militares se interpusieron por sobre todas las voces. Joffrey, uno de los dueños del lugar, apareció por una de las puertas, portando un arma. Los demás soldados a su alrededor se movilizaban armados a las afueras del local, pero el sargento no se había apartado un centímetro de su cuerpo.
—Stella, querida, espero que puedas patearle el trasero a los alemanes.

—¿Quién dijo que no lo haría? —preguntó—. No podrán sentarse en un largo tiempo, señor.

El soldado a mi lado no comprendía en lo absoluto la situación, en especial cuando le entregaron un arma a la muchacha. Por un momento pensó que el sargento comenzaría con una interrogación, pero sólo se limitó a asentir antes de salir a la parte exterior del local.

Le seguió la marcha.

Stella odiaba, profundamente, los ataques nocturnos. Aún más si se encontraba descansando. El único momento libre de su día y los alemanes se enorgullecían de arruinarlo.

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en menos de 24 horas van dos 😂

____en menos de 24 horas van dos 😂

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les dejo este hermoso bebé 🌚


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