→marvel's one shots←

Steve Rogers.

Quitó el seguro de su arma, los ruidos eran cada vez más próximos. Se mantenía escondida detrás de unas cajas, observando en dirección a una tenue luz emanada por una lámpara colgante.

—Sera la última vez. ¿Dónde está la chica? —indagó, furioso, un sujeto que parecía de origen ruso. Su acento lo delataba.

Pasos provocados por botas militares estaban a metros de su escondite. Pero no quiso moverse, vigilaba los movimientos de Steve, el cual se encontraba amarrado a una silla de madera en medio de un depósito.

No se acordaba cómo era que ambos habían terminado allí. Tampoco deseaba perder el tiempo pensando en aquellas cosas, sólo quería salir de allí.

—No, no lo sé.

Miró de reojo a su derecha, un sujeto armado estaba inspeccionando.

—¡Aquí! —exclamó— ¡AQUÍ ESTÁ ELLA!

Aferró el escudo del Capitán América. Elevó su cuerpo de un impulso, pudiendo pasar a algunos soldados que ya habían comenzado a dispararle.

Repartió golpes a diestra y siniestra. De vez en cuando se ayudaba del escudo que no era de su propiedad, también del arma que Natasha le había prestado para la misión.

—Oh, es un placer encontrarla aquí, señorita Hözier —dijo, manteniendo una mueca de asombro—. Un verdadero arma letal.

—Suelte al capitán.

Se alejó de la oscuridad, entrando en la diminuta habitación. El olor a humedad y pescado inundó sus fosas nasales, le dieron ganas de vomitar, pero se mantuvo firme, sosteniendo el escudo con su mano diestra.

El guardia dio un paso en tono amenazante, lo suficiente como para que Ameline arrojara el arma en dirección a su cabeza, provocando que este choque con la anatomía del hombre y lo deje tirado. El escudo volvió a sus manos.

—Eh, eh...

El seguro del arma se había quitado. El sujeto de origen ruso sostenía el cañón sobre la sien de Steve.

—Un paso más y le volaré la cabeza al Capitán América —informó—, lo cual sería una desgracia. Le tengo una buena noticia, señorita Hözier, su padre me ha enviado a buscarla —Amelie le dedicó una sonrisa irónica—; el quiere que usted vuelva. La vida de este muchacho está en sus manos.

Sus ojos se posaron sobre Steve. Tenía golpes por todo su rostro, uno de sus ojos parecía un globo y su labio superior estaba partido. Sin contar los diversos cortes en la frente y que varios hilos de sangre salían de su mejilla.

—Iré.

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¡Hola! 😏